Un siglo de felicidad reflejado en una dulce sonrisa. Modesto Rodríguez Cid, que vive en la Residencia Dorzán-Geriatros situada en el concello de Piñor, cumple 100 años mañana, convirtiéndose así en el anfitrión del centro.

Su vida y cómo ha llegado hasta aquí "es un absoluto misterio", afirma Modesto. Con un centenar de años a sus espaldas, Modesto es casi totalmente independiente e incluso disfruta realizando alguna de las tareas diarias que requiere su cuarto, impidiendo que cualquiera de las empleadas o empleados del centro las haga por él. "Se empeña él todos los días en hacer su cama", comenta Diana, una de las asistentes de la residencia.

Casado a los 23 años, recorría con su mujer las localidades de Carballiño, Ribadavia o Bande para vender ganado en las ferias. La pareja regía un ultramarinos donde se congregaba el pueblo para escuchar la radio, motivo por el cual la tienda se convirtió en un gran centro de vida social.

La capacidad de superación y de duro trabajo han marcado su existencia. "Mi profesión fue siempre el campo", dice con orgullo Modesto, un oficio en el que comenzó siendo muy joven.

Hoy por hoy, Modesto apenas usa el ascensor. Su habitación se encuentra en la primera planta, pero aunque tenga que desplazarse a la cuarta, las escaleras son su fiel aliado. Y es que así se ha mantenido en forma un hombre que, después de un siglo de vivencias, se mueve como si fuera un chaval.

De hecho, hasta hace muy poco, la residencia era para él lo mismo que es a un país una ciudad dormitorio. "Venía a dormir a la residencia para conservar la habitación", sentencia Modesto, que pasaba los días recorriendo las inmediaciones del centro en el que reside y pateando la zona en la que, por otro lado, tiene sus raíces.

Ahora, después de cuatro años en Dorzán-Geriatros, Modesto ha decidido hacer una vida más tranquila y conversar con sus compañeros del centro que, se han convertido ya, en grandes amigos.

Y el secreto para llegar hasta aquí continúa siendo un enigma, aunque en ocasiones una vida saludable parece ser un factor positivo para la longevidad. A colación con este tema, Modesto afirma que "hay que cubrirse de los vicios a tiempo, porque de jóvenes todos pensamos que vamos a llegar a viejos" y añade también que es necesario seguir las indicaciones de los médicos para llegar a buen término. Modesto comenta que "más del 80% de la gente no confía en los médicos", una tendencia que también observa en algunos de sus compañeros.

El centenario volvería a nacer y repetirlo todo de la misma forma en la que lo hizo hasta ahora. Derrocha vitalidad y felicidad por los cuatro costados y mañana celebrará su siglo de vida en inmejorable compañía.

La mayor concentración de ancianos centenarios, en Japón

El pueblo de Ogimi, en el archipiélago japonés de Okinawa, registra la mayor concentración de ancianos con más de 100 años, según datos de 2006 del Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón. Ogimi tiene 3.500 habitantes, de los cuales unos noventa cuentan con 100 o más años, lo que ha convertido a esta región en capital mundial de los centenarios.

Los problemas cardiovasculares son escasos, y el índice de infartos, cáncer de mama y de próstata se sitúa muy por debajo de la media nacional.

Por otra parte, Ourense y Lugo, con Japón, tienen la tasa de mayor envejecimiento mundial. Con más de un 30% de mayores, comparten con el país asiático el liderazgo en este terreno. De las 630.000 personas que superan en Galicia los 65 años, hay 1.200 centenarias. Por otro lado, cabe destacar que la mayor longevidad y esperanza de vida se contrapone a que Galicia es la segunda comunidad de España con menor natalidad.