Os Blancos es un municipio vencido por la desesperanza. Sus apenas mil vecinos arrastran una kilométrica cuenta de números rojos heredada de sucesivas legislaturas de "despilfarro" de fondos que les sitúa al borde de la quiebra técnica. Nadie sabe hasta cuando podrá aguantar el ayuntamiento el peso de una deuda que asciende a 3,3 millones de euros aunque tampoco les quita el sueño: "Es lo normal, ¿no?", comentan en la sobremesa del bar.

El rechazo del Gobierno central al plan de ajuste presentado por el alcalde José Manuel Castro, de APdeG, ha apretado todavía más los grilletes de esta administración, que ha aprobado los presupuestos para 2012 aventurando 2,6 millones de euros en ingresos de la Xunta y del Estado que en realidad no sabe si se producirán. El regidor (que ganó al PP en una segunda vuelta tras producirse un empate técnico en las elecciones de mayo de 2011), representa el rostro de la derrota: "Dejamos las puertas abiertas del consistorio porque aquí ya no hay nada que robar".

En efecto, la Casa do Concello es la propia imagen del abandono. En su exterior no luce ninguna bandera institucional y dentro reina el silencio. Nadie responde a la llamada en la puerta de la trabajadora social y arriba, en las oficinas de atención al público, una única empleada contratada con una subvención anual hasta el mes de diciembre, trabaja tras un ordenador. Es agente de desarrollo local pero hace de todo, si llega alguien, lo atiende. Es fácil.

Una de las tres funcionarias disfruta de una semana de vacaciones y las otras dos tenían ayer cita con el médico. El secretario municipal solo va dos días a la semana. El resto de la plantilla (12 trabajadores en total) es multidisciplinar: trabaja en jardines, obras, mantenimiento, electricidad... "lo que haya que hacer, siempre hay trabajo", comenta el representante sindical.

La aplicación de un ERE para la mitad de la plantilla anunciada por el alcalde al ver rechazado su plan de ajuste les ha caído como un jarro de agua fría pero quieren ser cautos y permanecer callados mientras no exista un planteamiento oficial: "A nosotros nadie nos ha dicho nada, hay que esperar".

Esperar. Lo mismo dicen los vecinos de Os Blancos cuando se les pregunta por el futuro de su municipio, al borde de la bancarrota. La subida del 20% en los impuestos de bienes inmuebles y tracción mecánica, propuesta por Castro como plan B no terminan de creérsela. "Sí, claro que se suben los impuestos, pero eso no es solo de aquí, está pasando en toda España", comenta una vecina. A pocos metros, un camionero en paro acepta con resignación lo que le venga: "Ya pago 89 euros por ese Mercedes, es antiguo pero como si fuera nuevo. ¿Qué voy a hacer? Pues pagar".

En el bar de al lado, la sobremesa envalentona a los clientes que se proponen actuar como "desertores". O sea, devolver el recibo. Pero no tardan ni tres segundos en rectificar, si les viene una cuota superior a las anteriores tendrán que "calar a boca".

Acto seguido empiezan a señalar a los culpables de la situación económica tan desastrosa en la que se encuentra el Concello. Uno de los clientes, que se declara "amigo íntimo" del exalcalde condenado por malversación, José Antonio Rodríguez Ferreiro, reconoce que hubo "mil tropelías" pero apunta que "lo mismo hicieron los que vinieron después, que le reclamen a Puga Quintas", también exalcalde del PP a quien se le atribuye haber incrementado la bola de nieve con más préstamos y contrataciones.

"Que busquen en los bolsillos de todos los políticos", repiten con poco optimismo los vecinos: "Peor que ahora no podemos estar, aquí solo se pueden contar penas".

La actividad en Os Blancos es escasa. "Aquí vivimos del aire", bromean los vecinos. En abril el número de parados ascendía a 119 y solo se firmaron tres contratos. La renta disponible por habitante es de 10.406 euros por habitante y apenas hay medio centenar de empresas en el municipio, la mayoría autónomos.

El alcalde se mostraba ayer desbordado por la situación. Tras anunciar un ERE para la mitad de la plantilla, ayer proponía una reducción salarial del 30% en los sueldos de sus 12 trabajadores. "Y si no aceptan habrá que tomar medidas más drásticas, trabajo 20 horas al día, no puedo hacer más". El responsable comarcal de la CIG, Luis Ferreiro, rechaza el ERE pero no descarta negociar una bajada salarial aunque con límites: "Los trabajadores no son responsables y no tienen por qué pagar".

El regidor urge a aumentar el padrón para "evitar la fusión" y tener "más acceso a ayudas y subvenciones"

Los vecinos de Os Blancos no conocen el plan de ajuste del alcalde José Manuel Castro, ni si subirá los impuestos o despedirá a los trabajadores del Concello. Lo que sí tienen claro es que existe una "necesidad urgente" de que haya 1.100 empadronados en el municipio, (actualmente son 1.007), para "evitar la fusión" con otros concellos del entorno.

Lo ha publicado Castro en un bando municipal con fecha del pasado 8 de mayo. El alcalde alerta en el texto de que la fusión obligaría a los vecinos a "desplazarse a otro concello para acceder a los servicios municipales". Además, añade, un mayor número de población "facilita el acceso a ayudas y subvenciones de las que se puede beneficiar el municipio". Pide a todos los vecinos que no están empadronados "que lo hagan".

El responsable comarcal de la CIG, Luis Ferreiro, ve la fusión como una "posibilidad" aunque duda de que pueda haber "un final feliz tanto para Os Blancos como para quien lo asuma". La mejor solución, propone, "es que el alcalde presente toda la documentación en Fiscalía y paguen los verdaderos culpables".