La Guardia Civil continúa buscando al presunto sicario portugués supuestamente contratado por la mujer de Bernardino Pousa, el chófer de Verín que apareció degollado bajo uno de sus autobuses el pasado mes de septiembre. Lo buscan "por todas partes", pero principalmente en Portugal y el entorno de Chaves, de donde es originario, pero con cierta dificultad al no tener domicilio conocido.

El plan para matar al chófer habría sido urdido por la viuda, de la que el fallecido quería divorciarse y dejar sin herencia, la hija del matrimonio y el novio de esta. La cuarta persona implicada, supuestamente apodada "El Cobra", habría cobrado una cantidad superior a los 30.000 euros extraída por la propia viuda de la cuenta bancaria de la víctima.

La investigación intenta ahora detener a esta cuarta persona para cerrar el círculo, una vez que Alberto Fernández confesó que la muerte de Bernardino Pousa fue planeada por él, su novia e hija del fallecido, Ángeles Pousa, y su suegra Dolores Álvarez, pero ejecutada por el presunto sicario. Existen dudas sobre si el encargo era para matar o solo para dar un escarmiento a Bernardino Pousa.

Los tres permanecen en prisión por orden judicial, a la espera de que se produzca la siguiente detención, si bien la Guardia Civil reconoce dificultades para localizar al supuesto autor de la degollación, que lleva días en paradero desconocido, posiblemente alertado por la noticia de la detención de sus supuestos clientes.

Entretanto, el exmarido de Ángeles Pousa se ha hecho cargo de los dos hijos que comparte con la detenida, nietos muy queridos por la víctima que desde la pérdida de su abuelo en septiembre y ahora con la detención de su madre y su abuela, viven un auténtico drama.

Fuentes de esta parte de la familia aseguran que los adolescentes, especialmente el mayor, están "destrozados" desde que conocieron que su madre podría ser responsable de la muerte del abuelo que "los crió" y al que estaban "muy unidos".

"No hay consuelo posible ante un caso así, ¿como les explicas que su madre pudo matar a su abuelo?", señala un pariente próximo a los hijos de Ángeles Pousa, que tienen 12 y 16 años y están sufriendo comentarios de sus propios compañeros de colegio respecto al crimen. Preocupada por la situación, la familia no descarta un cambio de domicilio para alejarse de este entorno. Por el momento, su padre, que vive en Oímbra, reclamará la custodia formal de sus hijos, que hasta ahora vivían con la madre y Alberto González en Verín, pero pasaban los fines de semana con él.

Esta familia está conmocionada por lo sucedido: "Bernardino nunca vio bien que su hija se separase y seguía queriendo mucho a su exyerno".