Desde Madrid empezaron a observar con recelo la acumulación de tanto poder, y el régimen franquista envió a Ourense a Regalado Aznar en 1974, como gobernador civil, con la clara consigna de proceder a su depuración. Ricardo Martín Esperanza fue encarcelado y perdió toda su fortuna personal, tras ser encausado por el pago de extratipos bancarios, una práctica común en la época.

Durante la transición, emergió con la UCD Eulogio Gómez Franqueira, otra de las cimas políticas ourensanas, que debido a la función empresarial que desarrollaba como impulsor de Coren y de la función que desempeñó en Madrid tuvo que cederle importantes parcelas de gestión a Victorino Núñez, tras la creación de Coalición Galega. Núñez defraudó su confianza, al utilizar la Diputación de Ourense como un fortín y propiciar una escisión en 1985 para crear Centristas de Galicia. Se llevó como bagaje, la mayor parte de los diputados, alcaldes y concejales que tenía el partido en la provincia. Entre ellos, se encontraba un desconocido José Luis Baltar, que era maestro y alcalde de Nogueira de Ramuín.

Victorino Núñez aprovechó la llegada de Manuel Fraga a la política gallega en 1990, para realizar una remontada política, asumiendo la presidencia del Parlamento gallego. Y para suplir su ausencia, intentó colocar al frente de la Diputación de Ourense a sus vicepresidentes, Santiago Cid Harguindey e Isaac Vila, de forma rotatoria, con la intención de comandar la institución desde la distancia. Pero se encontró con la desagradable sorpresa de que se sublevaron los alcaldes, para reclamar el cargo para José Luis Baltar, que había tejido de una forma sigilosa una red de afinidades y lealtades políticas, después de que le fuera confiada la tarea de recibir y despachar con los regidores locales para atender sus demandas, como portavoz del grupo.

Victorino Núñez terminó cediendo, pero le colocó a Baltar dos ángeles custodios, Santiago Camba como vicepresidente por centristas y Rogelio Martínez, representante de AP, en línea con Tomás Pérez Vidal, como guiño al jefe del ejecutivo gallego.

Cansado de las constantes trifulcas que mantenían Victorino Núñez y Tomás Pérez Vidal, Fraga acabó prescindiendo de ambos, tras pulsar el criterio de José Cuiña Crespo, Francisco Cacharro Pardo y José Luis Baltar, que se habían reunido previamente en San Vicente do Mar. Por lo tanto, Baltar le acabó "robando la cartera" del patrimonio político acumulado a Victorino Núñez, de la misma forma que el expresidente del Parlamento se la había limpiado antes a Eulogio Gómez Franqueira.

Una vez afianzada una sólida plataforma política, basada en el "clientelismo" –como sostienen los grupos de la oposición–, que lo llevó a alcanzar éxitos electorales inimaginables durante más de dos décadas consecutivas, Baltar decidió dar un paso más para perpetuar su saga, mediante la cesión de todos los cargos que acumulaba a su hijo: José Manuel Baltar Blanco. Pero pese a las renuncias y apariencias, se mantiene en la trastienda, atento para intervenir en caso de emergencia, ante cualquier circunstancia que pueda perturbar la supremacía del baltarismo.

Con la proclamación de su hijo, Manuel Baltar Blanco, como presidente de la Diputación el próximo lunes, José Luis Baltar además de lograr salir por la puerta grande de la institución –al no fructificar ninguna de las causas que le atribuyeron, como la venta de la finca Santamariña por un precio inferior al real y una ayuda de mil millones de pesetas a Club Deportivo Ourense, además de otras cantidades para el COB–, consigue perpetuar la dinastía. Y todo esto sin obviar que otros miembros relevantes del clan cobran de las arcas públicas. La exmujer de Manuel Baltar, Olga Mojón, permanece como gerente del Teatro Principal –con una nómina de 51.000 euros, que José Luis Baltar se negó a incrementar, como solicitaba la interesada–. La actual mujer del próximo presidente de la Diputación, María José Caldelas, fue diputada autonómica del PP. Begoña Cádiz Rilo, exmujer del otro hijo del barón ourensano, llamado también José Luis Baltar, trabaja en el Inorte, mientras que él es operario de la caja. Y el cuñado de José Luis Baltar y concejal del PP en Esgos, José Antonio Blanco Pérez, es presidente de la junta de personal de la Diputación. Pero lo más curioso es que ganó las elecciones sindicales como candidato de Comisiones Obreras, por lo que con esta jugada el baltarismo logró la cuadratura del círculo.