A Coruña, con 250.000 habitantes, tiene aproximadamente 80 áreas de juegos infantiles. Ourense, con 109.000 inquilinos, dispone de 110. Si fuese por cantidad podría decirse que la ciudad dispone de una buena estructura de recintos para uso infantil. Pero lo importante no es la cantidad, sino la calidad. Así lo entiende la Concejalía de Medio Ambiente de Ourense, cuya filosofía de actuación en este terreno va, precisamente, encaminada hacia una dirección contraria: eliminar las áreas de juego que no son efectivas porque no tienen capacidad para albergar infraestructuras lúdicas para todas las edades.

Las áreas de juegos infantiles deben disponer, como mínimo, explica el concejal responsable del departamento medioambiental, Demetrio Espinosa, de equipamientos para niños de 0 a 2 años, otros para la franja de edad de entre 2 y 5 años y juegos para mayores de 5 años. Sin embargo, en la ciudad se han ido creado incontables recintos que no disponen más que de un banco y uno o dos columpios. Se ha ido, dice Espinosa, "rellenando esquinas con columpios". El edil achaca esta situación a la "mala planificación" de los gobiernos anteriores provocada por una "política de ubicación errónea". ¿El resultado? mucha dispersidad, un mantenimiento muy complicado y unas áreas muy incompletas en equipamientos.

Es por ello, que la nueva política municipal pasa por la construcción de áreas de juego infantiles integrales, con equipamientos para niños de todas las edades y con juegos de última generación.

El recinto infantil de Avilés de Taramancos o el de A Canle, de reciente inauguración son una muestra práctica de la teoría que maneja el concello. Incluso, el de la Alameda, que ha sido dotado de un juego (zig-zag) concebido específicamente para que los niños puedan hacer ejercicio físico.

Además de esto, en los tres últimos años, desde la institución municipal han empezado a trabajar ya en su idea de acabar con los pequeños recintos de sólo un columpio ganando espacio a aquellos espacios en lo que ha sido posible, como fue el caso de Palmés o de Madrosende, entre otros.

Para introducir la nueva filosofía de grandes áreas infantiles el Concello tiene previsto hacer un estudio en profundidad que determine cuáles de estos espacios pueden ser suprimidos y cuáles ampliados.

Detrás de esta modificación no sólo hay una mejora en lo referente a este servicio, sino también un intento por solventar los grandes costes que implica esta diversidad de áreas, muchas ellas en esquinas escondidas que se convierten en blanco perfecto para los actos de vandalismo. No en vano, según confirma Demetrio Espinosa, sólo en labores de reparación de estas zonas, el Concello invierte una media mensual de 1.500 euros, que a lo largo del año viene a suponer un desembolso para las arcas municipales de más de 18.000 euros.

La especialización que han sufrido estos recintos también empieza a verse en la ciudad. Tal es el caso del parque infantil de O Posío, donde se invirtieron 60.00 euros para cubrir el suelo de caucho.