X. M. C.  Ourense

Medio millar de personas despidieron en Beariz a la empresaria ourensana Sesita Vecoña Otero, asesinada el día 27 de noviembre en uno de sus establecimientos hosteleros en Venezuela. Todos los familiares directos de la víctima se trasladaron a la villa ourensana desde distintos puntos de México, Venezuela y Galicia para tributarle su último adiós, empezando por su marido, José Alonso Cores, sus cuatro hijos, María Asunción, Elsa, Elisardo y José Manuel, y sus hermanos, Felicita, Eduardo, Manuel, José, Félix, Julio, Carmen y Raúl Vecoña Otero. También asistió su madre, Matilde Otero Casas.

Varios hijos y hermanos de Sesita Vecoña se encargaron personalmente de trasladar a hombros el féretro desde el coche fúnebre a la iglesia de Santa María de Beariz, después de realizar a pie el recorrido del tramo que separa esta localidad de Magros, lugar donde se realizó el velatorio y de donde procede la familia.

La familia mostró una gran entereza, tratando de evitar por todos los medios que se registraran escenas de dolor, pese a la rigidez y consternación que podía observarse en el rostro de las personas más allegadas. Y también se percibía un gran hermetismo en el entorno, al no estar claras las circunstancias y el móvil del tiroteo, que culminó con el fatal desenlace de la muerte de Sesita Vecoña.

La empresaria ourensana, que residió muchos años en Vigo, fue asesinada por una pareja disfrazada de clientes que irrumpió en la habitación donde dormía Sesita Vecoña del Royal Palace -establecimiento de su propiedad-, el pasado día 27 de noviembre.

Las dos personas que acabaron con la vida de la empresaria ourensana, un hombre y una mujer, se hicieron pasar por huéspedes. La recepcionista del hotel los anotó en el libro de registro, que los autores del asesinato se acabaron llevando en su huida para evitar pruebas contra ellos. A esto se suma la circunstancia de que el establecimiento carecía de seguridad, debido a que el vigilante había renunciado a su puesto hacía dos semanas.

La policía venezolana no pasó por alto la circunstancia de que se trata de "un asesinato completamente atípico, al no existir un móvil económico ni de petición de un rescate". Los autores de los disparos sólo perseguían el objetivo de "sacarla de en medio", por lo que investiga a algún miembro del entorno familiar.

Entre las quinientas personas que acudieron al entierro se encontraban el alcalde de Beariz, Manuel Prado.