Ya en el varadero de Cangas, el propietario del velero respiraba más profundamente. Había pasado un mal rato y era consciente de la suerte que tuvo de que tanto el bateeiro como la planeadora divisaran el incendio y acudieran tan rápido al rescate. "Estaba llamando al 112 por el móvil y ya estaba el bateeiro y la planeadora a mi lado". La popa del velero estaba toda negra como consecuencia del fuego y este marinero moañés cavilaba con los asuntos de los seguros de su embarcación y las lógicas llamadas a sus familiares. Él estaba bien, solo algo mojado.