Un vecino de Cangas acusado de abusar sexualmente de una menor de 9 años amiga de sus nietos negó ayer rotundamente los hechos que se le imputan. "Juro por mi padre, que está enterrado, que yo no la toqué", manifestó ayer a preguntas de la fiscal. El hombre se enfrenta a una petición de condena de cuatro años y medio de cárcel que mantuvo la representante del Ministerio Público una vez practicada la prueba. La defensa pide la libre absolución.

Los hechos supuestamente se produjeron entre finales de diciembre de 2012 y principios de 2013. Según la Fiscalía, el acusado habría sometido a la menor (que en aquella época tenía unos 9 años) a tocamientos libidinosos en el culo y la vagina. Él lo niega.

Los padres de la menor estaban separados y los hechos habrían ocurrido durante las visitas de la niña a la casa paterna, cuando la niña supuestamente iba a jugar con los nietos del procesado que es vecino de la familia paterna de la menor.

La menor declaró ayer a puerta cerrada para proteger su identidad, pero sí trascendió, a tenor del informe que expuso la Fiscalía, que habría relatado al menos un episodio de supuestos tocamientos por parte del acusado. Destacó también la declaración de las peritos psicólogas del Imelga, quienes examinaron a la niña y concluyeron que su relato "era creíble". Señalaron que el mismo incluye algunos elementos que "fortalecen esa credibilidad" que ellas detectaron, como el hecho de que no estuviese tan molesta por los tocamientos en sí, a los que no daba una connotación tan negativa como pueden darle los adultos aunque sí era algo que le molestaba y no le gustaba, sino por el hecho de que "parte de su familia no le creyese".

Y es que quienes se mostraron bastante escépticos con el relato de la niña fueron miembros de la familia del padre de la menor, el progenitor incluido, quienes explicaron que la niña habitualmente era "mentirosa". Los abuelos de la víctima explicaron que cuando era más pequeña sí solía jugar con los nietos del acusado (aunque nunca en su casa, sino principalmente en la casa paterna de la menor o en todo en casa de los padres de los niños, que está pegada a la del acusado pero es independiente y no tiene comunicación interna). No obstante, matizaron, al igual que otros testigos, que esto solía ocurrir en verano y no en invierno, en donde se sitúan los hechos denunciados.

Una "zurra" en el culo

La abuela de la niña sí confirmó un episodio en el que la menor, antes de que desvelase los supuestos abusos a su madre, se negó a acudir a recoger un disfraz a casa del abogado porque "le había dado una zurra en el culo". Tanto los abuelos como el padre de la niña no le dieron importancia a este asunto al considerar que se trataba de un azote o un gesto de broma sin importancia.

También declararon ayer los nietos del acusado con quienes supuestamente iba a jugar la niña, principalmente con un varón un año menor que ella. Ambos insistieron en que nunca presenciaron nada raro y que nunca vieron que la menor se quedara a solas con su abuelo.

La madre de la niña fue quien denunció los hechos después de que la menor se los relatase espontáneamente a raíz de otro posible caso de abusos que se había dado por parte de un niño en el colegio. Según explicó, le contó que el acusado "la cogió con una mano por detrás" mientras con la otra le metía la mano "por detrás" y le realizó tocamientos en la vagina.