Con el nivel de actividad que se registraba ayer en el muelle de bateeiros de Bueu nadie diría que se trataba de una jornada de fin de semana. Pero era el primer día de trabajo tras meses de inactividad por culpa de la toxina y los mejilloneros con bateas en el único polígono abierto no podían dejar pasar la ocasión. Más aún cuando estamos prácticamente en el ecuador de la campaña de Navidad y existe demanda de mejillón. Ayer fueron casi una veintena de barcos los que estuvieron trabajando en el polígono Bueu A1 [en el entorno de Lapamán] y se calcula que las descargas en el puerto buenense fueron de unas 100 toneladas de molusco, que en su inmensa mayoría se destinarán para el mercado en fresco. "No está mal después de tanto tiempo cerrado, aunque si esta apertura llega a producirse la semana pasada estaríamos hablando de una descarga superior a las 200 toneladas", afirman veteranos profesionales del sector.

La ría de Pontevedra es la más afectada por los episodios de toxina, la primera en cerrar en cuanto aparecen y la última en abrir cuando por fin empieza a remitir. En estos momentos solo hay dos zonas de producción abiertas: Portonovo A (en Combarro) y la Bueu A1. La primera jornada de extracción en Bueu después de tantos meses de cierre fue positiva y los precios se movieron en horquillas "bastante dignas": entre 0,55 y 0,65 euros/kilo el mejillón pequeño y mediano y entre 0,80 y 0,90 el grande, según apuntan fuentes del sector. A pesar de que hoy es domingo los bateeiros volverán a salir al mar y se espera un día incluso más intenso que el de ayer. "Tanto hoy como el lunes y el martes serán jornadas de mucha actividad", apuntan.

Un visto y no visto

Los datos del Instituto Tecnolóxico de Control do Medio Mariño (Intecmar) indican que tanto el polígono Bueu A1 como el Bueu B [en Beluso] tuvieron sendos periodos de apertura en septiembre y octubre. Pero fueron apenas unos días, un destello, un visto y no visto en medio de un largo cierre que se prolonga desde mediados de marzo. "A efectos reales las bateas de Bueu llevan cerradas nueve meses", recalcan desde el sector. De hecho, el Bueu A2 está cerrado desde el 19 de marzo. "Yo no tengo bateas en el que acaba de abrir y desde marzo no he vendido ni un solo kilo", comentaba ayer resignado un mejillonero de la localidad. Una situación a microescala que contrasta con una visión a macroescala. "El sector mejillonero a nivel gallego posiblemente ha tenido su mejor año en la última década, pero para la ría de Pontevedra fue de los peores", ilustran los más veteranos del sector. Ante esta situación en los últimos tiempo hubo empresarios que han decidido diversificar sus bateas, comprando viveros en otras rías o directamente deshaciéndose de las que tenían en Bueu para comprar en la ría de Vigo. "Si tienes solo en Bueu hay que asumir que a partir del 20 de marzo tienes muchas probabilidades de estar cerrado", afirman.

Las consecuencias de tanto tiempo sin poder mover la producción se pudieron empezar a valorar ayer. "No es solo que no puedas vender, sino que altera el proceso productivo y evolutivo de una batea", explican. En un vivero flotante destinado al cultivo de mejillón conviven hasta tres tipos de molusco: la cría avanzada o colector; el producto para el desdoble, que garantiza la siguiente campaña de trabajo; y el mejillón de tamaño para venta. "Si no puedes sacar el de venta no puedes hacer hueco para mover los otros y mantener la producción", precisan.

A ello se une que el molusco empieza a desprenderse de las cuerdas después de tanto tiempo y a consecuencia de los efectos del mar. Las primeras estimaciones tras la jornada de ayer apuntan que cada batea pudo perder de media hasta un 25% de cada uno de estas tres clases de mejillón