La copa de la palmera era la parte más afectada por el picudo rojo, una especie de coleóptero curculionoideo originario del Asia tropical, de un tamaño entre dos y cinco centímetros y de color rojizo ferruginoso que lo hace inconfundible, según refleja su ficha técnica y confirmaron ayer sobre el terreno los representantes municipales. La empresa contratada por el Concello ejecutó los trabajos de forma manual y de arriba a abajo, mientras que el traslado a la planta de A Portela se hace con medios propios, según explicó la concejala de Medio Ambiente, Tania Castro, presente durante la operación.

"É un primeiro paso, pero non suficiente para acabar coa plaga", advierte la edil, que ya adelanta que probablemente habrá que destruir a corto plazo "outros dous exemplares" de palmera ubicados en los jardines de Félix Soage (Alameda Vella) y en los jardines de O Señal (Alameda Nova). Son as dúas máis grandes, exemplares machos da especie canadiense, que son as máis afectadas polo picudo", añade. Su tala es "cuestión de semanas", y de hecho la que está junto al palco de la música ya estaba ayer señalizada con una cinta perimetral para evitar que algún transeúnte resulte afectado por la posible caída de ramas afectadas.

Pero los problemas en los árboles del centro urbano de Cangas no se restringen a las palmeras y afectan también a otras especies, como el plátano de sombra. Ayer hubo que talar el ejemplar situado en el aparcamiento del consistorio debido a que su tronco presentaba grandes oquedades por las que se filtraba el agua de lluvia que acaba por pudrirlo. El problema se atribuye a "unha poda deficiente e pouco equilibrada" que genera malformaciones y repercute en la salud de algunos de ellos.

El gobierno municipal piensa actuar conforme a los criterios técnicos para intentar corregir las deficiencias, salvando los ejemplares cuyo estado sea reversible y destruyendo los que no tengan cura. la concejala apunta que se sacará a concurso la tala para intentar reducir los costes. Sus restos serían trasladados a la planta de RSU -donde se deben triturar para que el bicho no sobreviva- y al "punto limpio" de A Portela, en los demás restos vegetales. Recolte, la empresa concesionaria, se encargará de destruir lo que proceda para evitar males mayores.