El tripartito está lejos de querer mantener una guerra abierta con la Iglesia. Lo demuestra el hecho de que sigue todos los pasos formales para tratar de erradicar de la ex colegiata lo que considera no debería estar allí. También lo quiere hacer sin menospreciar a las familias cuyos nombres figuran en la placa. Insiste en que pretende tomar esta medida con el respeto más absoluto a todo el mundo, pero tomarla. Se recuerdan casos como el de O Hío, donde el propio cura tomó la decisión de retirar del templo los símbolos franquistas y no pasó nada. Considera que se demostró que había paciencia y que esta cualidad no se ha perdido, porque ahora tanto el alcalde como los representantes de la Asociación Memoria Histórica 28 de Agosto tiene la intención de entrevistase con las más altas autoridades del clero en la diócesis de Santiago de Compostela.

También hay que señalar que en este caso ningún partido político de la oposición se mostró contrario a la medida del gobierno, por lo menos abiertamente de forma pública. Así que, en teoría, la medida no debería suponer una fractura social ni molestar a la Iglesia.