En la "zona cero" de la construcción del emisario para la nueva depuradora del Lagares, un recinto vallado junto a las pistas de tenis de Samil, trabaja día y noche una máquina a ritmo lento y silencioso. Esta tuneladora, de parecidas características a la que horadó la entrada subterránea del AVE en Urzáiz aunque de inferior tamaño, ejecuta la fase más compleja de la canalización que despedirá a la Ría las aguas tratadas en la planta de Coruxo. Opera con una doble misión y simultánea. Al mismo tiempo que perfora el subsuelo en sentido lineal hacia al mar monta la conducción submarina, pieza a pieza, empujadas, literalmente, por potentes bastidores controlados desde la hinca o pozo de Samil. De aquí partió el 15 de junio y su cabecera, coronada por cuchillas de acero, ya avanza bajo la orilla del arenal a tan solo 324 metros de su meta, adonde se espera que llegue dentro de dos meses.

"La velocidad de la tuneladora es muy relativa. Siempre dependerá de la geología del terreno; cuanto más duro sea más labores de mantenimiento serán sean necesarias",explica el ingeniero Rafael Díaz, coordinador técnico de los proyectos de Acuaes (Aguas de las Cuencas de España), la sociedad estatal dependiente del Ministerio de Medio Ambiente que cofinancia, junto a la Xunta y el Concello de Vigo los 229,9 millones de inversión que suman los proyectos relacionadas con la EDAR del Lagares (la depuradora, el emisario y la acometida eléctrica). Pese al condicionante de las características del subsuelo, que obligan al cambio de cuchillas cada 150 metros, en el cronograma que manejan los técnicos de Acuaes y de la adjudicataria del emisario, la Ute Dragados-Drace, es que la máquina concluya los 700 metros del trazado submarino de hormigón a finales de septiembre. Son estimaciones basadas en la última media estable de velocidad, situada en 9 metros diarios.

Igual de discreto que fue su paso en pleno verano por debajo de un arenal abarrotado de bañistas, la velocidad de este topo mecánico resulta "imperceptible", subraya Telmo Nunes, ingeniero de la Ute GOC-Fulcrum que participa en el control técnico de la obra. Desde lo alto de la hinca de Samil se ven los bastidores empujando la sección de tubo, marcada cada una con un número que indica los metros exactos que está a punto de montar la máquina (el pasado viernes indicaba 376). Pero no basta con fijarse mucho. Hay que tomar alguna referencia visual para darse cuenta de que los cilindros se introducen en efecto en el túnel excavado. Los generadores eléctricos que permiten la imparable excavación tampoco generan excesivo ruido, sobre todo de día, cuando queda difuminado por el alboroto del tráfico de la avenida y de la multitud reunida en la playa.

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El andaluz Carlos Osborne, director de ejecución de la Ute que construye el emisario, se declara "habituado a trabajar mientras otros están en la playa", comenta resignado. En su caso, a apenas unos metros de distancia. En estos meses estivales, su plantilla se ha visto reducida por los descansos vacacionales, pero no la actividad en la obra salvo que en esta fase la mayor responsabilidad recae sobre la máquina. Controlar su dirección, hacer el mantenimiento y reparar las posibles averías; y retirar el excedente de material, lodo y piedra triturada, son las principales tareas que tienen ocupados a los trabajadores de la Ute. Cuando el topo acabe su incursión subacuática, a 15 metros de profundidad, sí que el curso de la obra cambiará por completo.

El equipo técnico que dirige Rafael Díaz espera que la construcción del emisario quede finalizada en abril, que como no podía ser de otra forma, coincide con la fecha de conclusión estimada para la planta depuradora de aguas de Coruxo. Pero respecto a la kilométrica canalización, hasta que no entró en acción la tuneladora, el grueso de los trabajos se había centrado en el posicionamiento sobre el lecho marino del trazado de polietileno. Con una extensión total de 2,3 kilómetros se fondearon cinco de los siete tramos fabricados con este revestimiento plástico que suman 1.776 metros. Solo faltan por colocar dos secciones: una de 90 metros para unirla mediante una única pieza de 20 a la tubería de hormigón; y la última en el final de emisario, de 460 metros, el denominado "tramo difusor", de donde saldrá a la ría el caudal tratado en la EDAR. La fijación de estos últimos tubos se producirá tras el rescate de la tuneladora en la zona "allanada" mediante las voladuras el pasado junio.

Desde ese momento, al topo de 12 metros de longitud le espera otra misión con el mismo punto de partida que la anterior. Pero este segundo recorrido será más largo y en dirección inversa: 800 metros desde la hinca de las pistas de tenis hacia Coruxo. La principal dificultad de esta operación radica precisamente en colocarla de nuevo sobre el suelo del pozo y girarla. Para ello hay que volver a desmontarla y ensamblar de nuevo los cuatro módulos que conforman el ingenio mecánico: la corona de corte con los cilindros direccionales, el electrohidráulico, la cámara hiperbárica y el módulo de cierre/rescate.

Este último tramo del emisario figura clasificado como "marítimo-terrestre" al combinar el trazado por tierra con el submarino, bajo la marisma del río Lagares. Aquí llegará a la máxima profundidad de 20 metros y tras abordar una curva "para escapar de una zona de marisma complicada", explica Rafael Díaz. Superado este recorrido conectará, a 18 metros de fondo, con la boca de la cámara de carga. En esta torreta visible desde la avenida Ricardo Mella se instaló una maquinaria de bombeo que solo funcionará según la combinación de valores del caudal y de las cotas de marea. Sin la intervención de este mecanismo, el agua tratada circulará por la tubería hacia la ría propulsado por la gravedad.