"Yo ya le conozco de la televisión porque decía la misa", presumía ayer una feligresa canguesa, vestida elegantemente de negro y con grandes pendientes de perlas, sobre el nuevo cura de su parroquia de Santiago de Cangas e Islas Cíes, Severo Lobato Iglesias (Santiago, 1974). El párroco tomó ayer posesión de su nuevo cargo en una misa solemne, a las 19.30 horas, presidida por el obispo auxiliar de Santiago, Jesús Fernández, con todos los honores, muy gestual, con la excolegiata de Cangas abarrotada y acompañada de la música del organista oficial, David González Avilés, que volvió a abrir el teclado del antiguo órgano para interpretar, entre otras piezas, una marcha de Mendelssohn, con la que abrió la ceremonia; y el himno de Santiago, ya para cerrar. Muchos feligreses de Santa María del Puerto de Marín, en donde Severo Lobato permaneció dos años de vicario; y de la Unidad parroquial de Zas, en donde fue titular durante seis, acudieron a la ceremonia, en la que también estuvieron el alcalde, José Enrique Sotelo; y concejales de la corporación; además de la familia del párroco, sus padres y hermano, aunque con la ausencia de su antecesor y párroco emérito, Jesús Barreiro, por un compromiso ineludible.

"Recibís a un cura sencillo, sensible, justo, con los oídos abiertos y con una fortaleza de palabra impresionante". Así se refirió desde el púlpito, y ya en la recta final de la misa, un portavoz de los feligreses de la Unidad Parroquial de Zas a cuyas palabras respondió la excolegiata con aplausos.

En la homilía, el obispo auxiliar se valió de la parábola del padre que invita a los dos hijos a trabajar en la viña para criticar el fariseísmo, la hipocresía, de la que dijo que está presente en la vida política, sindical, en los artistas, en los personajes de la cultura... y también en los pastores de la Iglesia. Recordó al nuevo párroco los principios de entender el ministerio como un regalo y evitar el fariseismo, para servir a la sociedad, al pueblo "no a nosotros mismos". Tuvo palabras de recuerdo para el anterior párroco y para Eduardo Mallo, que se estuvo encargando estos últimos meses de la parroquia, y terminó su intervención en gallego para incidir en la necesidad de la responsabilidad.

La toma de posesión fue muy gestual y se realizó, con el nuevo párroco y el obispo auxiliar desplazándose a los lugares más significativos de la iglesia como el sagrario, confesionario y la pila bautismal. Severo Lobato, que recibió de manos del obispo las llaves del sagrario y de la iglesia, tuvo palabras de agradecimiento para sus antecesores, disculpó la ausencia del párroco emérito, agradeció la presencia de todos los que le acompañaban y ayudaron en la ceremonia y la "coherencia, valentía e interés" de sus exfeligreses de Zas.

Tras la misa llegaron los consabidos saludos al nuevo párroco, muchos de ellos con el bésame de mano.