A las 20.30 horas ya se agolpaba el gentío alrededor del templo, donde se vendían velas de todos los tamaños y precios. Juan Manuel Martínez se lamenta de lo mal que anda su oficio, que aprendió muy de joven de su padre y de su abuelo. Antes se vendían entre 200 y 300 velas el día de la Virgen de Los Dolores, hoy apenas un centenar en los dos puestos que instala. Sentados en los bancos de piedra y en las escalinatas del atrio colegial, un grupo de ancianos comentaban el recorrido que iba a realizar este año la procesión y también los emparejamientos de semifinales de la Champions League que se dieron a conocer ayer. A otro lado de la calle, los miembros de la banda de música Bellas Artes de Cangas salían uno tras otro de la Casa da Xuventude, ubicada frente a la excolegiata. A sus puertas el concejal independiente Nardo Faro que se había vestido para la ocasión y entre el público un bullicio de cámaras digitales y teléfonos móviles que retrataban todo lo que podían. De repente, la banda de música Bellas Artes llegó formada a golpe de pasacalles y a las 20.30 horas el primer tañido de campana. Su sonido fue un resorte para levantar a todos los que esperaban afuera. Las puertas del templo se abrieron y la gente salió rápida para formar la procesión. A medida que salían los fieles entraban raudos los miembros de la Hermandad de Los Dolores. Tras las fotos de rigor ante la Virgen, los portadores se dispusieron a sacar la imagen del altar donde estaba situada. Los dirigía un hombre con nombre bíblico, Sansón, que era obedecido cual capitán de barco. Y así salió del templo con el repicar de campanas y la banda de música Bellas Artes tocando los acordes del himno gallego. Los 2.000 kilos se notaban en los rostros desencajados que levantaban el paso para salir en procesión. Hubo que hacer un receso porque una de las mujeres que acompañaba a la Virgen se empeñó en que la mano derecha no iba bien colocada. Cuando se consensuó el ángulo de la mano respecto al pecho, salió la comitiva. Ya a ritmo de una marcha procesional la procesión bajaba lentamente la calle Real, donde la Virgen era admirada desde balcones y ventanas. No había saetas, ni cánticos desgarrados. Tampoco había silencio, solo los portadores lo guardaban. Cuando el paso llegó al final de la calle Real, en el cruce con Eduardo Vincenti, los portadores sacaron los guantes y a la orden de ya alzaron sus brazos para elevar la imagen de la Virgen de Los Dolores hasta el cielo. Es un gesto tradicional en Cangas que siempre pone la carne de gallina, que estremece al público y es capaz de convertir a impíos. El ritmo era cansino y el regreso se hizo sin más contratiempos. Regresó el paso al templo ya de noche. La Semana Santa de Cangas había empezado con buen pie. La Hermandad de Cofradías está convencida de que este año podrán salir todas las procesiones.

Durante la celebración de la misa cantada se celebró un homenaje a Francisco Mallo Guardado, que en 1949 empezó a formar parte de la Hermandad de los Dolores.

Cuando pasó la procesión ya no había rastro de que en el entorno de la plaza de abastos, en la Alameda Vella y en la calle Eduardo Vincenti se había celebrado el polémico mercadillo extraordinario, que a lo largo de la mañana de ayer siguió dando que hablar. Los detractores se hicieron sentir en los bares. Pedían respeto para el festivo local de ayer. El resto pudo sacar algún provecho de este mercadillo que ayudaba a paliar los muchos que se suspendieron en invierno y a mantener el tipo frente a la crisis.

Hubo alabanzas para los mercaderes por lo bien que limpiaron la zona y también preguntas retóricas ¿no podrían dejarlo así siempre?