"Muy mal. Lo estamos viviendo muy mal, y cada día peor. Yo pensaba regresar allá, aunque fuera solo para visitar a los míos, pero ahora no es el momento". La respuesta de Darelys Sánchez, una venezolana residente en Moaña y que trabaja en Cangas, no deja lugar a dudas sobre la situación que le transmiten sus familiares y amigos en el país sudamericano. "Me dicen que todo está fatal. No hay comida para comprar, ni productos de primera necesidad... ni siquiera papel higiénico. Hay que hacer cola para todo, y aunque tengas dinero no tienes donde emplearlo porque el desabastecimiento es total", abunda.

Y la situación económica es sólo parte del problema, porque no menos importante es "la tremenda inseguridad. No se sale de casa ni se abren muchos comercios porque a la primera oportunidad ya te roban, si no te matan, como le ha pasado a conocidos míos a los que han asesinado en plena calle", explica esta ciudadana procedente del estado de Anzoátegui que vive con sus hijos en la localidad morracense pero que tiene al otro lado del "charco" una amplia familia dispersa por poblaciones venezolanas como Caracas, Maracaibo, Valencia, Ciudad Bolívar, Lechería y un largo etcétera, "y todos coinciden en que es un caos total", lamenta.

Con este panorama, Darelys justifica plenamente "que los ciudadanos, sobre todo estudiantes, se enfrenten al poder, al régimen de Maduro, un ignorante que está haciendo bueno a Hugo Chávez con ayuda del ejército de Cuba", argumenta. La situación está causando también el cierre de empresas, "que se han ido marchando poco a poco" ante la falta de confianza e incertidumbre y el "acoso" de los gobernantes, provocando el abandono de los negocios o la "invitación" estatal a dejarlos "para dárselos a otros", explica. Entre las consecuencias, esta venezolana residente en Moaña refiere "los continuos cortes de electricidad" en un país que es de los mayores productores y exportadores de petróleo, y el "silencio de los medios de comunicación, porque tienen compradas o sometidas a casi todas las cadenas. No hay libertad de prensa, la democracia en Venezuela se acabó", opina, aunque confía en que "la movilización de los ciudadanos, hartos de que se le prohíba hasta respirar" pueda revertir la situación.

Gladys Pereira

La misma esperanza sostiene Gladys Pereira, una emigrante retornada cuyos padres partieron de Bueu hace más de medio siglo y a donde regresaron tras varias décadas en Venezuela. Todas las noticias que le llegan desde allá, de familiares, amigos y conocidos son negativas. "Hace tiempo que todo está muy mal y el problema nos afecta muy de cerca. Muchos no entendemos como se puede vivir así", reconoce, antes de relatar el día a día de sus allegados: "El desabastecimiento es total, no hay alimentos en los supermercados, hay que pasar horas y horas en el mercadeo para conseguir comida, y aún así no toda la que necesitas, porque tengas o no dinero no puedes comprar lo que quieres". Reconoce que en España "las cosas están peor que hace unos años, pero al menos tienen donde comprar; allí no". Una paradoja que se "en un país con unos recursos naturales enormes y de los mayores productores de petróleo a nivel mundial"

A este problema le suma la "tremenda inseguridad. Te pegan un tiro a la mínima. te matan por nada. Allí la vida no tiene ningún valor". El miedo se apodera también de los comerciantes, que incluso han reducido sus horarios de atención al público. "Los negocios pasaron de cerrar a las ocho de la tarde a hacerlo a las seis, y ahora ya lo hacen a las tres y acompañados por la Policía", según le cuentan sus conocidos del país caribeño, que son cada vez menos porque se buscan la vida fuera, si tienen posibilidad de marcharse y encuentran las condiciones laborales óptimas en otros países, que actualmente no es el caso de España. A pesar de ello, "prefiero pasar hambre y estar seguro que no al revés, que mi vida esté en juego cada día", asegura, mientras describe una situación cotidiana en Venezuela: "No es como antes, que podían robarte por las buenas, si no te resistías. Ahora sales a la calle y si te quieren robar te pegan un tiro directamente, sin negociar siquiera. Ya te desvalijarán después de muerto".

José Pereira Currás, el padre de Gladys, se fue a la Guaira en 1957, trabajó en una hacienda y montó una empresa de construcción un año después, con éxito empresarial. Se encontró un cambio social "brutal" con respecto a las condiciones miserables que había en España. Ahora asume con tristeza la situación que le trasladan desde Venezuela, donde "lo están pasando muy mal, no hay nada que comprar e incluso pasan hambre". Dice que Hugo Chávez se ganó a la población repartiendo comida en los barrios más pobres y la gente estaba contenta por ello, y que a pesar de su "incultura" viajó al exterior y fue recibido incluso por el Papa. Mucho más crítico se muestra con Nicolás Maduro, y augura que con el gobierno de este "chófer de autobús", la situación "no tiene arreglo".

Este buenense retornado, que puso en marcha la inmobiliaria Portela, no quiso vender sus propiedades en Venezuela por si en algún momento deseaba regresar, aunque esa idea no es ahora prioritaria. La inseguridad es uno de los motivos, aunque reconoce que no es un problema nuevo porque entonces "ya no podías mandar a los niños solos al supermercado". Pero la situación ha ido a peor, como reconoce también Mª Carmen Pérez, nacida en Venezuela de padres gallegos y residente desde hace 25 años en Bueu, donde su familia es propietaria del hotel Incamar. Concluye que la vida allá es "muy insegura; si no fuera por esa inseguridad muchos de los inmigrantes no habrían regresado y se quedarían allí para siempre". Le entristecen "el odio y rencor" que percibe entre los venezolanos. "Antes podías decir que eras de un partido o de otro sin mayor problema, pero ahora la situiación ha cambiado y ya no puedes decir lo que sientes", lamenta.

Con respecto a la situación actual, concluye que buena parte de la culpa hay que buscarla en gobernantes de las últimas décadas, ya que "el gobierno de Hugo Chávez fue el resultado de muchos años de corrupción y hartazgo ciudadano con los políticos que robaban. Eso fomentó el populismo y que se llegara a la sitiación actual", concluye.

Desde Moaña, otro venezolano afincado en este municipio como es José Souto Parada, dice que no puede pasar desapercibido "para aquellos que con esfuerzo y dedicación hicimos de aquel gran país nuestra segunda patria". Cree que hay que hacer un llamamiento a la paz y a la concordia y retomar los caminos democráticos que aquel país supo rescatar y llevar a todos los rincones de Latinoamérica: "Hoy son aquellos países, haciendo de lacayos, de una revolución de miserias, quienes se niegan a prestar ayuda humanitaria a quien está sufriendo la arremetida del Marxismo Comunismo". Dice que añora aquella naciente democracia de los años sesenta: "No podemos callar ante el rumbo que toma Venezuela, convertida por capricho y voluntad de una revolusión de miseria, auspiciada por Cuba, en su centro de acopio, económico y ensayo político".