No hay discusión sobre los hechos acontecidos el 8 de enero de 2011 en Cangas, en el domicilio de la madre de Francisco Acuña Martínez, el joven de 22 años acusado de matar al subteniente de la Guardia Civil Jorge Fernández Silvoso tras asestarle varias puñaladas en el cuello. Todas las partes (Ministerio Fiscal, acusación particular y Defensa) coinciden en señalar en que fue el joven Francisco Acuña quien, como consecuencia de un grave trastorno mental que padece, se abalanzó sobre Jorge Fernández, que era compañero sentimental de su madre, y le clavó un cuchillo en el cuello. Una herida que le seccionó la arteria carótida y le produjo la muerte entre 2 y 10 minutos más tarde.

El propio acusado reconoció ayer en el juicio los hechos que se le imputan. Francisco Acuña solo se dirigió al tribunal para responder afirmativamente a la pregunta acerca de si era autor de la muerte de Jorge Fernández y para acogerse a su derecho a no declarar mientras miraba distraído su reloj de pulsera.

¿Qué es por lo tanto lo que tendrán que dirimir los nueve miembros del jurado? La cuestión fundamental es si estamos ante un delito de homicidio o un asesinato. El fiscal, que inicialmente planteó la tesis de un homicidio, ya anunció al tribunal popular que probablemente se sume a la teoría del asesinato que defiende la acusación particular. La familia del fallecido, y muy posiblemente también el fiscal, considera que existió alevosía por parte del acusado y que la víctima no tuvo opción de defenderse ante el repentino e inopinado ataque de Francisco Acuña. El fiscal solicita inicialmente una pena de internamiento de por un tiempo no superior a 13 años, pero esta petición podría variar también al cambiar el delito que le imputa al procesado. La acusación exige una pena de internamiento en un psiquiátrico por un tiempo superior a 20 años y la defensa reclama la libre absolución o, como medida subsidiaria, el internamiento en un centro cerrado para tratar la anomalía psíquica que padece por un tiempo no superior a siete años.

Según explicaron las partes, el acusado padece un "trastorno orgánico de la personalidad" que le afecta de forma tal a su comportamiento que "si bien no le impide comprender el alcance de los hechos" no puede actuar conforme a dicha comprensión "y es incapaz de frenar sus impulsos". Una dolencia que es una secuela de un grave accidente de moto que sufrió dos años antes. "Estamos ante una persona que tiene un enorme, un grave problema mental, no es alguien normal", explicó al jurado el letrado de la defensa.

Otra de las cuestiones que deberá dilucidar el jurado es si el acusado es merecedor de la atenuante de reparación del daño. Acuña se encuentra en prisión preventiva desde enero de 2011 y "a pesar de lo poco que ha ingresado, ha mostrado su voluntad de resarcir a las familias de las víctimas y ha depositado 10.000 euros" en la cuenta del juzgado para cubrir las posibles indemnizaciones, de hasta 125.000 euros en el caso de la acusación particular, ejercida por los hijos de la víctima.

Durante la primera jornada del juicio, que continuará hoy, estaban citados a declarar los testigos de aquella "tragedia", tal y como la calificó el fiscal. Entre ellos la madre del acusado, quien también era pareja del fallecido (aunque este es otro de los puntos que deberá concretar el jurado). Esta mujer se acogió ayer a su derecho a no declarar.

Aquel 8 de enero de 2011 Francisco se dirigió junto a un tío suyo y la novia de éste a casa de su madre después de comer en el domicilio de sus abuelos. En la cocina estaba su progenitora y el guardia civil fallecido, así como su tío y la novia de éste que habían acompañado al joven Francisco a casa. Ambos sí tuvieron que declarar ante el tribunal y explicaron como, cuando Jorge Fernández se estaba sentando para tomar un café, el joven se abalanzó sobre él y le clavó un cuchillo en el cuello sin que tuvieran tiempo a impedirlo. Su tío explicó ayer que logró agarrarlo tras la primera acometida, pero Francisco se soltó y logró llegar de nuevo hasta Jorge Fernández, ya tumbado en el suelo, dándole dos patadas en la cabeza mientras le gritaba "muérete".

Lo volvió a reducir hasta que se lo entregó a los agentes de la Guardia Civil. Según explicó, acometió a la víctima "de frente" y sin mediar palabra. "Fue cuestión de segundos, un visto y no visto", declaró la novia del tío de Francisco Acuña.