La concentración para partir a pie desde Moaña y recorrer el trayecto de seis kilómetros hasta Cangas prometía no ser muy numerosa, pero el poder de convocatoria logró vencer a la intensa lluvia. A las siete de la tarde, decenas de afectados se reunieron con sus camisetas amarillas y con cientos de carteles para clamar una solución a su problema y rechazar a viva voz la temida quita. Entre los asistentes había personas de todas las edades y también algunos enfermos, como Manuel Rosales o Marcelino Pérez, pero todos compartían un fin común: exigir la devolución íntegra de sus ahorros.

Del Concello partieron poco más de 200 participantes, aunque el número aumentó considerablemente conforme iba avanzando la marcha, hasta superar los 300 asistentes. Entre la marea de camisetas amarillas también se encontraban los miembros de la corporación, encabezada por José Fervenza, que realizó el recorrido sujetando la pancarta reivindicativa y rodeado de afectados. Los ediles del BNG, del PSOE y miembros de Anova también participaron en la marcha para exigir "justicia" y solidaridad con los cientos de damnificados por los productos tóxicos emitidos por la entidad.

Muchos de los participantes en la caminata reivindicativa lograron laudos favorables en el sistema de Consumo, pero sintieron la obligación de salir a la calle para exigir una solución para sus compañeros. "Para mí sigue siendo una estafa enorme y estoy en contra del sistema, estuve atrapado por preferentes y subordinadas y tuve la suerte de ser de los primeros en cobrar el pasado mes de octubre. Ahora llevo cuatro meses en el paro y vengo a las protestas siempre que puedo para apoyar a mis compañeros", explica Gaspar Sánchez, un vecino de Moaña que portó ayer una gran bandera y un paraguas repleto de mensajes contra el banco.

Por momentos, la intensa lluvia hizo difícil la ruta, pero no logró frenar los cánticos contra NCG. "Non pode ser, non pode ser, nós a aforrar e eles a roubar", exclamaban. Muchos comerciantes de la calle Ramón Cabanillas se solidarizaron con los manifestantes y cerraron simbólicamente sus puertas durante el paso de la marcha. Después de poco más de una hora de ruta, los afectados llegaron al punto de encuentro, con sus compañeros de otras plataformas, que los esperaban ansiosos en la rotonda de O Gordo. "Esperemos que el esfuerzo haya merecido la pena y que se dignen a devolvernos su dinero", explicaba, aferrado a su bastón, el afectado Manuel Rosales.