La tradición y la cercanía son la fórmula idónea para construir un negocio que perviva en el tiempo. La tienda "Budiño", ubicada en el barrio de Abelendo, es uno de los grandes ejemplos de supervivencia y adaptación a las nuevas tecnologías, ya que tras sus puertas se esconden grandes historias de más de cien años. En la actualidad, dicho local comercial está destinado al autoservicio de diferentes productos, pero los vecinos más mayores recuerdan antiguas épocas en las que las ventas se concentraban en productos de primera necesidad.

Los hermanos José y Mari Soledad Budiño recuerdan cuando su abuela, conocida como "Rosa de Soledad", regentaba un negocio en una época difícil, en la que no había recursos y muchos conocían el hambre. "Se hacía pan para todo el mundo y era típico que cada dos días se cocinara una tartera de cocido y caldo, que también se ofrecía a los más necesitados", explica José Budiño. "Cuando falleció mi abuela, Rosa de Soledad, muchos vinieron a su entierro y lloraban como si fuese de la familia, era una mujer que ofrecía sin pedir nada a cambio y es algo que nos inculcó siempre", matiza.

Durante su juventud, Rosa de Soledad siempre estuvo rodeada de sacos de azúcar a granel y otro tipo de productos de primera necesidad. Precisamente el azúcar fue uno de los productos clave dentro de la vida de esta mujer, cuyo marido trabajó en Estados Unidos, en una fábrica de azucarillos en Illinois. "Nuestro abuelo viajó con cuatro amigos de polizón para buscarse la vida, fue de ilegal y logró un puesto de trabajo en el extranjero mientras mi abuela seguía con la tienda de Abelendo", indica. Tras meses de estancia en América, el abuelo de los hermanos Budiño y marido de Rosa de Soledad logró una pequeña fortuna gracias a un trabajo que estaba muy bien remunerado. "Además, trajo algunas joyas que continúan en la familia, como un reloj de bolsillo de platino elaborado con piezas únicas y manual", explica José Budiño.

Después de cumplir el sueño americano, la tienda continuó siendo uno de los principales sustentos para sacar adelante a su familia. "Sus dos hijos, mi padre José y mi tía Lilia, se criaron en la tienda y trabajaron allí, hasta que finalmente mi padre se quedó el negocio y, ahora mismo, continúa mi hermana Mari Soledad al frente,", explica Budiño.

Lo que más valoran estos dos hermanos de Moaña de la vida comercial son las gandes evocaciones de infancia. "Recuerdo cómo era el mostrador, que tenía un agujero para suministrar el aceite que se vendía a granel y también cómo se hacían los paquetes de papel para meter dentro el azúcar u otros productos", indica.

Después de varias reformas y de incluso la apertura de un bar anexo, el negocio de la familia de "Rosa de Soledad" continúa afrontando la crisis. "Nos gustaría que reconociesen la trayectoria con una pequeña placa porque muchos mayores nos dicen que es la tienda más antigua", insisten. Mientras tanto, continúan elaborando algunas estrategias de negocio y ofertas para capear el temporal económico y hacer que la tienda de Abelendo siga adelante con una larga vida.