El ciclo del millo corvo va tocando a su fin. A estas alturas del año lo que toca son las tareas conocidas como "corta, empalleirado y esfollada" del maíz, que concluyen con el traslado de las espigas a un hórreo de la aldea de Meiro, donde esperarán pacientemente las "muíñadas" del mes de marzo. La Asociación Cultural Meiro hizo ayer partícipes de este proceso a medio centenar de alumnos del colegio de Montemogos y a los usuarios del centro de discapacitados Con Eles, procedentes de la localidad de Vilagarcía de Arousa.

Los participantes tuvieron la ocasión de colaborar en la corta de las plantas del maíz o "milleiros" y luego vieron como se hacían los tradicionales pajares o "palleiros" sobre la propia finca. Inicialmente la espiga se deja en la propia planta para que continúe secándose y luego se acomete la "esfollada", cuando se le retira el conocido como "follaco" y se trasladan al hórreo. Los vecinos le explicaron a los participantes como esa hoja que ellos retiraron ayer antes se reutilizaba como relleno de los colchones.

La variedad del millo corvo, característica por su intenso color negro, fue recuperada por los vecinos de la aldea buenense de Meiro hace ya quince años y cada año la Asociación Cultural Meiro se esfuerza por dar a conocer este importante trabajo de recuperación de las raíces. Este año, además de los niños de Beluso, acudieron 24 usuarios del centro discapacitados Con Eles, de Vilagarcía. "Cuando les propusimos participar en esta actividad aceptaron encantados. Son personas de Vilagarcía, O Salnés, Umia y el Baixo Ulla, algunas de las cuales sí que en sus casas trabajan en el campo, pero otros proceden de pisos del centro de Vilagarcía y esto les sorprende", explica la directora del centro, Maite Quintela. La mayoría se mostraban encantados con las labores de la corta, empalleirado y esfollado, e incluso alguna de las usuarias aseguraba que en los últimos días había hecho una labor similar en su casa. "Esta visita a Bueu fue todo un acierto porque se sintieron involucrados en la tarea y es cuando más disfrutan", explican los monitores, que entienden que este tipo actividades sirven también para romper barreras. La directora ya piensa en proponer otra salida para participar en otra fase del ciclo millo corvo. "Viendo la respuesta de hoy [por ayer] seguro que dirán que sí", estima.

La cosecha 2011 del millo corvo ha sido especialmente buena y en esta ocasión el jabalí no ha causado estragos considerables, a diferencia de lo que ocurrió el año pasado. El mayor problema fue el robo de las baterías del pastor eléctrico que rodeaba las fincas. Pero no fue nada que los vecinos no pudiesen resolver haciendo visitas nocturnas para hacer algo de ruido, e incluso hacer explotar algún petardo, para ahuyentar al jabalí.