La capilla del pazo de Santa Cruz, abre sus puertas una vez al año para recibir a los centenares de fieles que se acercan, cada mes de septiembre, a las fiestas en honor a Santa Ifigenia, la virgen negra procedente de Etiopía. Pero el emblemático lugar no solo acoge mañana domingo a los más devotos. Son muchos los que se acercan hasta A Carrasqueira para disfrutar, fuera de la capilla, de la mejor sidra, siempre acompañados de las espectaculares vistas sobre la Ría de Pontevedra y el casco urbano de Bueu.

Cosecheros de Marín y O Morrazo montan cada año puestos de venta de sidra, siguiendo la tradición de la fiesta grande de A Banda do Río, en la que se recuerda la degustación de esta bebida desde hace más de 80 años. Una media de ocho puestos ponen a disposición de los visitantes litros de sidra extraídos de forma artesanal del zumo de las mejores manzanas, escogidas cada año por los cosecheros.

Muchos de los propietarios de estos puntos de venda son ya tradicionales en la fiesta. Es el caso de Antonio Fernández Graña, "Poty", vecino de Seixo, que lleva 23 años asistiendo al evento a para vender la sidra que hace durante el mes de septiembre. "Levo en Santa Ifigenia toda unha vida", afirma Antonio Fernández, tras rememorar los primeros años en los que acudía a la capilla de la "Moreneta" con su puesto. "Foi todo por un amigo, que ía sempre á festa da Banda do Río", cuenta este vecino de Seixo y casado en Bueu, que explica como su amigo le dio la idea de vender sidra en la capilla porque al lugar acudían siempre muchas personas a degustar la bebida. "Díxome que montáramos un posto, que podíamos gañar ata 40.000 pesetas, e apunteime", comenta Fernández, a lo que añade que en ese primer año "subín catro tablas e púxenme a vender". El buen resultado de las ventas de su debut lo animó a continuar con la tarea al año siguiente hasta que, casi 25 años después, el puesto de Poti ya se ha convertido en un habitual de Santa Ifigenia. "Dende ese primeiro ano xa non perdín nin unha", afirma, orgulloso, el propietario.

La mayoría de la sidra que se vende en los puestos de la fiesta está elaborada de forma artesanal. Para ello, afirma Fernández, recogen las manzanas de su propia cosecha para elaborar, el día anterior a la festividad, la bebida que van a ofrecer. "A elaboración comezámola o sábado, pola mañá", explica Fernández. Las manzanas escogidas son trituradas y colocadas juntas, para que reposen hasta última hora de la tarde. Es entonces cuando se procede a exprimir su zumo. "Así conseguimos que a bebida final se conserve fresca e no seu punto ata o domingo", asegura Fernández.

Cada año, el productor, natural de Seixo, lleva unos 250 litros a la fiesta, cantidad que normalmente vende sin problemas. Pero en esta ocasión los vendedores temen que la situación actual repercuta en las ventas del producto. "Coa crise non sei como vai responder a xente", afirma Poti, aunque confía en que la cantidad de personas que atrae el evento demande lo suficiente para poder obtener resultados similares a años pasados.

Hacia las ocho de la mañana del domingo los encargados de todos los puestos que participan en el evento llegan a los exteriores de la capilla para montar las estructuras de los puntos de venta. Durante las primeras horas del día son pocos los que se acercan a degustar la sidra, ya que la hora de mayor afluencia es de 11:30 a 14:00 horas. Los precios del producto varían en torno a los 2 euros la taza o 4 euros la botella. En el puesto de Poti la sidra se sirve, como es tradicional, acompañada de una buena ración de castañas asadas.

Contento con el evento, Antonio Fernández asegura que, mientras pueda, seguirá vendiendo sidra en la capilla, ya que, explica, "involúcraste coa festa, falas, pásalo ben, e sempre lle sacas algún beneficio".