Demasiado largo este invierno como para no salir a disfrutar del sol este fin de semana. Ya desde principios de semana se adivinaron cuerpos desnudos al sol y poco bronceados por el escaso tiempo del que dispusieron para salir a la luz, porque, para no lucirlo, el bronceado de máquina no se prodigo demasiado este invierno.

La gente se echó a las playas como los marines en el desembarco de Normandía. Ya estaban hartos de tanta lluvia y de esa luna del mes de octubre que asegura el dicho que siete meses cubre. El abril de aguas mil parece que da una tregua, después de dejar su impronta a principios de mes, con una Semana Santa de las más lluviosas de la época.

El solo despierta el buen humor y nos descubre que es posible otras muchas cosas, que hay vida detrás del cruento invierno con borrascas en lista de espera y ciclones en la sala de operaciones.

Los más de veinte grados de temperatura que se alcanzaron ayer en la comarca de O Morrazo dejaron estampas llenas de vida. Las sombrillas volvieron a la arena y no faltaron los chapuzones en el mar salado.

Y cuando sale el sol, como los caracoles también lo hacen los morotistas. La comarca acogió ayer una concentración motera de la Asociación Torques que recorrieron Moaña y Cangas. La treintena de motoristas comió en Cabo Home.