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El resurgir de un género emblemático

Lalín vuelve a dar puntadas con hilo

- Una decena de empresas y talleres relanzan la confección de prendas de punto - La mayoría aprovecha la experiencia de antiguos trabajadores

La llegada de la recesión económica a Lalín atacó directamente a uno de los pilares de su economía. En el año 2008, además del número de grúas que sobrepasaban las azoteas de la cabecera comarcal, también eran muchas las personas que, con su trabajo, cada día hacían más fuerte el textil, no solo en la comarca, sino también en Galicia. Poco a poco, la crisis fue arramplando con empresas, truncando sueños y dejando en la estacada a una rama del textil que funcionaba perfectamente en Deza.

El punto daba de comer a cientos de familias en la zona y cuando varias firmas fueron cayendo, una detrás de otra, el miedo comenzó a ensombrecer la localidad. Lalín había pasado de ser un referente autonómico, y si cabe nacional, en el punto, a quedarse casi sin compañías que lo trabajasen. No había sido capaz de aguantar, entre otras cosas, la competencia desleal de los países asiáticos, el sistema cíclico e irregular de las campañas de moda y el afán consumista de la sociedad que, por norma, no se detiene en mirar un segundo en la calidad, pero sí en la cantidad. Comprar lo más barato posible independientemente de los derechos humanos que se hubiesen roto para poder elaborar esa prenda. Algo que ataca directamente al comercio local.

Tras el cierre de diferentes empresas de referencia, que eran el motor económico del sector en Lalín, muchas personas se vieron sin trabajo y sin medios para continuar a pesar de tener una formación aventajada, de años y años de experiencia, que no podían desarrollar. En aquel momento eran muchos los que pensaban que el punto había tenido un pasado fructífero, pero, sin embargo, creían que se le presentaba un futuro muy negro.

Ahora la crisis da sus últimos coletazos, y aquel futuro está más próximo que nunca. Y más que negro, parece bastante claro: El pueblo sigue apostando por un sector que nunca llegó a desaparecer. Empresas como Montoto, Iván Junior o Toypes habían dejado huella, para bien y para mal. La formación a centenares de personas había dado la oportunidad a unos cuantos emprendedores. Estos tomaron la decisión de continuar con lo que sabían, apostar por la experiencia y el conocimiento y, con los medios que tenían a disposición, adentrarse en el mundo del textil.

Algunos quisieron seguir con el legado de familiares, y tras disponer de máquinas y ubicación comenzaron a confeccionar rápidamente, tras ofrecerse a varias firmas autonómicas, como es el caso de Textil Moda Lupe Ríos o Vimerpunto. Otros ya tenían constituido su propio taller y, a pesar de que dependían directamente de las empresas lalinenses quebradas, decidieron dar un paso adelante y tomar las riendas de su propia producción, así que también se dieron a conocer para seguir confeccionando para otras firmas. Tal como hizo Punto Sandra.

El caso de Textil Rosalía de Castro, Texrocas, es lo más parecido al resurgir del ave fénix. La marca Montoto no ha desaparecido, y en eso trabaja esta compañía ubicada en el polígono de Botos. Son los afectados directos de la desaparición de la empresa, pero continúan trabajando. Además de seguir con su propio diseño también confeccionan para otras marcas.

Asimismo, hubo más empresas que empezaron a funcionar en el polígono de Lalín, y que no tuvieron un pasado con relación directa a las compañías que desaparecieron. Por ejemplo, Lancott o Vifergal, ambas empresas vieron un nicho de mercado en el sector textil, y además eran conscientes de la formación de la mano de obra lalinense, así que tomaron la decisión de emprender en la localidad.

Todos ellos trabajan día a día en un sector que muchos creían muerto en la zona. A pesar de las dificultades que presenta el punto, los lalinenses siguen apostando por él. Aunque es cierto que no se cierran absolutamente a su confección, estos talleres también se adentran, poco a poco, en la tela fina, para abrir de alguna sus opciones en el mercado. No obstante, para ello es necesaria financiación, puesto que las máquinas dedicadas al punto no son válidas para trabajar la tela fina, por eso el tránsito a este nuevo mercado es paulatino.

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