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Sepultura antropomorfa de alta alcurnia

Luis Fernando Pérez atribuye la tumba pétrea del Monte de Cartimil a una familia distinguida

La sepultura está tallada en la roca, tiene la silueta de dos cabezas y ha perdido la tapa.

La revista Lucensia, que edita el Obispado de Lugo, recoge en su último número una publicación del docente e investigador agoladense Luis Fernando Pérez Méndez. Bajo el título de Aproximación ao estudo dunha sepultura antropomorfa. Monte de Cartimil (San Xulián de Ventosa, Agolada se ofrece un detallado artículo sobre las características de esta tumba y su estado de conservación.

El sepulcro está catalogado desde hace tiempo y podría datar del siglo IX. Para este investigador está claro que en el entorno del féretro, tallado en roca, hubo un asentamiento de construcciones. "Cerca de la tumba se encontraron piedras labradas, que nos remontan a edificaciones de entre los siglos VIII y X", explica este profesor, quien añade que esta tesis se apoya en que en dicho enclave se asentó una comunidad no muy grande, en plena época de colonización cristiana. "No serían más de 20 personas", apunta, más que nada porque el terreno en que se encuentra la tumba no resulta cultivable. Para reforzar esta teoría basta pensar que también en las proximidades del nicho se encontraron rocas con grabados rupestres, lo que da más fuerza a la colonización.

Hay mucha literatura en torno al túmulo antropomorfo de Monte de Cartimil. "Se cree que la antigua iglesia de Ventosa se encontraba en este lugar, porque de hecho en el entorno se conserva el topónimo de San Julián dos Chaos". Así que no es de todo descabellado pensar que en este monte se erigió, en los primeros siglos del cristianismo, una ermita. Esto se sustenta también en que se conservan otros topónimos como "A regata da cruz".

Sea como fuere, lo único que hoy se conserva es una tumba esculpida en la roca, y con dos cabezas, lo que da pie a entender que "se trata de una tumba familiar y seguramente de un clan distinguido". Con el paso de los años, el féretro perdió la tapa, pero se adivina que sí existió por los bordes que rodean el sepulcro. Al lado de éste se pueden ver cruces, así como una pequeña poza rectangular, en una esquina de la roca, "que fue realizada por los canteros, pues se encuentra en una zona de cantería, para disponer de agua con la que refrescar los punteros", explica el experto.

A decir verdad, este tipo de tumbas no son muy habituales en el interior gallego. "Hay algunas similares en la parroquia vecina de Artoño, y también se han localizado talladas en la roca en la zona del Duero", apunta Pérez, quien insiste en que "hay muy pocas tumbas esculpidas en roca viva. Lo habitual es que se tallen en una piedra tipo sarcófago".

No es la primera vez que Luis Pérez publica en Lucensia, pues en un número anterior vio la luz una colaboración sobre el árbol genealógico de la Capelanía de San Victoria e Santa Catalina de San Juan de Lexo, Baralla (Lugo). Pero sus trabajos sobre el patrimonio de la comarca dezana ya conforman un amplio listado. Así, ha editado un libro sobre la Historia de la casa-fortaleza de Camba, y ha editado artículos sobre los grabados rupestres en Agolada. Su volumen de publicaciones se completan con diversas obras sobre aprendizaje o la enseñanza pública en Rodeiro, entre otros.

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