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"Antes se decía que el cartero repartía durante la misa, pero en mi época yo eso nunca lo llegué a comprobar"

-¿Siguen siendo los carteros el mejor nexo de unión entre la emigración y sus familias?

-Ahora hay pocos emigrados. Hubo muchos cuando yo empezaba. Recuerdo una vez que había una cuenta en Argentaria que se llamaba "Certificado de depósitos", que era similar a la que hubo hace años para los emigrantes. Incluso yo, personalmente, pude contactar con los que estaban fuera. Fui a París, precisamente, a visitar a un amigo mío que estaba viviendo allí e incluso en Alemania llegué a tener un hermano residiendo, al que también visité en más de una ocasión. En todos los casos, fue gente que conocí gracias al reparto de Correos.

-Y esas quejas que siempre hubo sobre el retraso del reparto, ¿también sucedía en el rural?

-Eso era una queja que se había generalizado. Lo mismo pasaba con los bancos, que las tenían debajo de los tapetes y siempre le echaban la culpa a Correos cuando iban a preguntar por ellas. Antiguamente, cuando la gente tenía que ir andando desde Silleda hasta Merza a llevar las cartas, como sucedió en alguna ocasión, pudiera ser. También se decía que se llegaron a repartir los domingos durante la misa, pero yo nunca lo vi. Desde luego, antes Correos no andaba como hoy, que está todo centralizado, pero no me consta nada de esas quejas que se decían.

-¿Tiene llevado cartas de amor a algún domicilio?

-Por el 14 de febrero siempre había que llevar muchas, desde luego. Como pasa en Navidades, donde hay mucho trabajo por las felicitaciones que se envían, aunque cada vez menos. La carta nunca desaparecerá. Correos tendrá que dedicarse a expandirse más y sumarse a las tecnologías modernas como hicieron en otras partes del mundo, pero los carteros en el rural no creo que desaparezcan porque tampoco lo hicieron en otros países más avanzados como en Alemania, Holanda y otros. Ahí el funcionamiento de Correos es digno de admirar pero los carteros rurales sobreviven igual.

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