Desde mañana y hasta el 16 de diciembre podrá contemplarse en el Museo Municipal de Lalín la exposición de pintura de Aurichu Pereira titulada O meu Courel imaxinario. Es su primera muestra en Deza y será inaugurada mañana a las 20:30 horas. La artista compostelana, pareja sentimental del político y economista Xosé Manuel Beiras, supervisó ayer el montaje de sus más de cuarenta obras.–La exposición ya ha estado en otras localidades.

¿Cómo surgió la idea de traerla a Lalín?

–En concreto, esta es la segunda vez que se exhibe. La primera fue en la Deputación de Ourense [en febrero]. Después hubo esta oportunidad en Lalín y aquí está. Fue a través de la exconcejala de Cultura [Nuria Rodríguez Carral], que en su día me lo propuso. Vine a ver la sala con Mercedes Rozas, técnica y crítica de arte que monta mis exposiciones, y le dije que si.

–¿Es habitual que los artistas no cuelguen su propia obra?

–Yo puedo colgar, pero mi visión no es la misma. Los técnicos controlan las alturas y otros detalles. El artista puede dar su opinión, pero son los técnicos quienes tienen que colgar.

–¿Seguirá camino la muestra después de Lalín?

–Hay una exposición en la Galería Citania, de Santiago, en marzo en la que se va a mostrar alguna obra de las que tengo en Lalín, porque alguna nunca se colgó en Santiago. No digo que vaya a ir toda, pero irá una parte de lo que fue a Ourense, de lo que vino aquí y lo nuevo.

–O meu Courel imaxinario. El nombre deja lugar a pocas dudas acerca de la inspiración...

–Conozco bastante bien O Courel, pero hasta este año pasado nunca se me había pasado por la cabeza trasladarlo al lienzo. La última vez que estuve allí era otoño, con todos sus colores, había ya nieblas... Fue un impacto muy fuerte, de una gran belleza, y quise pasarlo al lienzo. En todo caso, es una abstracción del paisaje, no es un paisaje de academia, clásico, no tiene nada que ver.

–¿Cuándo entró en el oficio?

–Cuando tenía 17 años. Pero después tuve un parón, desde el 73 hasta el 99, porque tenía un comercio, me dediqué al diseño de ropa, y con hijos de por medio no había tiempo para todo. Cuando dejé la tienda, volví a la pintura.

–Su trayectoria se divide, pues, en dos etapas. ¿Hay muchas diferencias entre ellas?

–Mi primera etapa se enmarca en lo figurativo, en la línea de Maside, Colmeiro, aunque a mucha distancia de ellos, claro. La segunda arrancó con una exposición en 2004 en la Galería Sargadelos, de Santiago, con una nueva visión. Aunque había también figuración ya era más parecida a los paisajes que estoy haciendo ahora.

–Citaba ahora a Maside y Colmeiro. ¿Son sus principales referencias pictóricas?

–Hay infinidad de contemporáneos de Maside, Colmeiro, Seoane... que me influenciaron. No tengo nada que ver con Lugrís, por ejemplo; me encanta, pero no tengo nada que ver con esa expresión. Me incliné más por la manera de trabajar de Maside, su modo de concebir el espacio, el volumen, con una sola línea. Cuando hago un dibujo de una persona es lineal.

–¿Se vende mucha obra hoy?

–Los tiempos están raros. Si tienes suerte, una persona que tenga dinero y le guste lo que haces, si, pero no es fácil.

–¿El arte es caro?

–Es una pregunta difícil, es la pregunta de toda la vida. Puede parecer caro, pero nadie obliga a comprar, no es para comer, ni carne, ni pescado. Si alguien compra un cuadro, un grabado, primero es porque tiene dinero, segundo, porque le gusta. El pobre Van Gogh no vendió nada en su vida y mira hoy, si despierta y ve lo que pasa, con lo emotivo que era, le da algo. Los pintores, salvo excepciones, vivir bien, no viven. Pueden vender tres, cuatro obras al año, pero a ver como vives, compras el material, viajas... Es muy relativo.

–Lalín cuenta con una nutrida nómina de pintores...

–Lalín es una cantera. No conozco todo, pero sé que hay mucha gente que está haciendo cosas muy interesantes. Hace unos días estuve hablando con Álvaro Negro, que va a exponer en A Coruña, y me pareció muy interesante. Y mira Antón [Lamazares] en donde está, y Sucasas... La verdad es que aquí parece que no paran de salir artistas.