Treinta y dos alumnos de la (como no) trigésimo segunda promoción del colegio de Renfe celebraron este fin de semana en Arousa que hacía 30 años que habían aterrizado en las viejas aulas del centro vilagarciano para convertirse en profesionales del sector ferroviario. Al menos la mayoría, porque entre los alumnos también hubo quién después se dedicó a otros menesteres, por ejemplo, a dirigir una bodega de La Rioja.

El resto trabajan, bien como mecánicos, como administrativos o como vendedores de billetes, para Renfe o para Adif. Con ese objetivo se prepararon durante tres largos años en el único internado que la empresa ferroviaria tenía en España, el ubicado en Bamio. Fue entre los años 1977 y 1980. El XXV aniversario del inicio de sus estudios lo celebraron en Madrid pero el treinta cumpleaños bien merecía volver a los orígenes. Al menos así lo creyó el madrileño Lorenzo Calderón, organizador del evento que los alumnos, llegados de distintos puntos de España, iniciaron el pasado viernes en O Grove, la mayoría acompañados por sus parejas. El primer día, visita obligada a la Festa do Marisco, viaje en catamarán y fiesta hasta altas horas de la madrugada.

Eso no impidió que ayer, poco después de las diez, llegasen a Ravella para participar en una recepción oficial, presidida por el alcalde en funciones, Xosé Castro Ratón para a continuación visitar el centro y compartir comida en Bamio. El contacto con sus compañeros les hizo revivir las bromas . Hubo quién imitó las voces de sus antiguos profesores para llamar al orden al señor delegado, quién preguntó a quién se le había caído la cabeza al pasar por el busto de Miguel Hernández, en Ravella, o quién alertó de que llegaba Moncho (el antiguo director) para instarles a rezar sus oraciones. Le gritaron el "Viva los novios" a uno de los matrimonios cuando se pusieron a posar junto a la alfombra roja que Ravella había instalado para un enlace, posaron junto a la foto del Rey e incluso se tumbaron en la mesa del salón de plenos.

Pero cuando hubo que ponerse serios también lo hicieron e incluso se emocionaron cuando, durante la recepción, Calderón aseguró que habían vuelto a la ciudad de adopción, dónde habían pasado una importante parte de su adolescencia. La ciudad dónde les habían enseñado los valores del trabajo y dónde habían visto unos inolvidables atardeceres. Para concluir, les agradeció a todos su amistad.

Otro momento emocionante llegó cuando se encontraron con su antiguo profesor, Antonio Membrives Cañete. Membrives reconoció que "cuando bajásteis del autobús y os ví por el balcón no conocía a nadie porque tenía la imagen de niños de 15 y 16 años. Pero ahora que os veo, así de bien, con vuestras familias, reconozco que estoy emocionado".

Tras subrayar el papel de Renfe en el municipio, Castro les deseo que disfrutasen de un día "dando rienda suelta a la emoción del recuerdo".