La afluencia a las misas ha menguado en los últimos años. En consecuencia, tampoco es de extrañar que haya menos gente en las fiestas religiosas. El San Benito "de inverno" de Cambados y o Mosteiro son un ejemplo de ello. Porque aunque hubo mucha gente en ciertas Eucaristías, como las primeras de la mañana, que son las que aprovechan aquellos que trabajan para cumplir con su devoción sin tener que renunciar a sus obligaciones laborales, en otras se vieron menos feligreses que antaño.

"No hay mucha gente, la devoción va a menos. Así que pasen dos o tres generaciones", apuntaba con gesto resignado una vendedora ambulante que tenía su puesto en la plaza de Fefiñáns, en Cambados. Mientras, en la capilla de Mosteiro (Meis), apenas se llegaba al medio centenar de personas en la misa de 11. Un signo más de unos tiempos en los que las generaciones nacidas desde las décadas de los 60 o 70 hacia el presente parecen vivir el sentimiento religioso de una manera diferente a hace décadas.

En cualquier caso, no hay que perder de perspectiva el hecho de que el día de ayer era laborable tanto en Meis como en Cambados, y que el San Benito "de inverno" nunca tuvo tanta gente como el de verano, cuando sí se ven multitudes de fieles. Ayer sí hubo gente también, pero por momentos.

Cambados

Las misas en la iglesia cambadesa de San Benito empezaron a las 7 de la mañana, y se fueron sucediendo de forma prácticamente ininterrumpida durante todo el día. La solemne fue a las 12.30 horas, y a su término salió la procesión por la plaza de Fefiñáns.

En la sacristía, un grupo de media docena de mujeres que colaboran con la parroquia se encargaba de gestionar la llegada de las ofrendas al santo y la venta del aceite bendecido, al que los devotos atribuyen poder para la curación de males de la piel. El donativo por los botes de aceite era de 1,50 euros, y también se podían adquirir medallas de San Benito a un precio que iba desde los 3 euros de las más sencillas, hasta los 16 de las más elaboradas.

En cuanto a las ofrendas, los devotos dejaron numerosos exvotos de cera, sobre todo de cuerpo entero, varias docenas de huevos y una decena de gallos. Estos últimos se subastaron en la "poxa" celebrada entre las misas de las 6 y las 7 de la tarde.

En la plaza había algo más de una docena de puestos de venta de churros, rosquillas o velas y exvotos de cera. Las rosquillas se vendían a entre 3,50 y 4,50 euros. En cuanto a los exvotos, el precio depende de la figura, pero por término medio ronda los dos euros. En San Benito, lo más habitual es llevarlos de cuerpo entero.

La animación musical, por su parte, corría a cargo de los grupos de gaitas Os Carballeiras, que son de Vilariño; y Os Xeitosiños. La plaza estaba cerrada al tráfico, y el 061 desplazó una ambulancia por si fuese necesario atender a alguna persona durante las misas.

Mosteiro

En Mosteiro, las misas tuvieron lugar en la flamante capilla románica, restaurada el año pasado. De hecho, el San Benito de invierno de 2017 se celebró en la iglesia parroquial de San Vicente por las obras en Mosteiro, cuya capilla se inauguró meses después con el San Benito de julio. Esta es una fiesta más modesta, y había un solo puesto de venta de dulces. El precio de las bolsas de rosquillas era muy variable, pero las había de hasta 6 euros.