Las células tóxicas presentes en las rías gallegas fluctúan de tal forma que pueden estar por debajo de los niveles máximos permitidos y en cuestión de horas rebasarlos, o viceversa.

Es por ello que en los últimos días se estuvieron decretando aperturas y cierres constantes de polígonos mejilloneros en las zonas donde el episodio tóxico se sitúa en el filo de la navaja.

Ayer, por ejemplo, volvió a cerrarse el polígono Grove C1, que estaba reabierto desde el día anterior, y se autorizó la extracción en el Redondela B, que había sido cerrado el jueves.

De este modo quedan nuevamente inoperativos los cuatro polígonos grovenses -de un total de seis cerrados en aguas arousanas-, mientras que en Vigo son dos los aptos para la extracción y venta, ya que los otros diez siguen temporalmente clausurados.

Como lo están los ocho polígonos de la ría de Pontevedra y los cuatro localizados en la de Muros-Noia, algunos de ellos sin actividad extractiva a causa de las biotoxinas desde agosto.