Cuando a finales de la pasada primavera la Xunta de Galicia encendió las luces de alarma debido a la prolongada sequía, uno de los ayuntamientos que primero tomó alguna medida para reducir el gasto de agua fue el de Vilagarcía. A finales de junio, se vaciaron y se apagaron las fuentes ornamentales, al mismo tiempo que se hacía un llamamiento a la población para que fuese responsable con el consumo doméstico. Esta medida persiste.

En O Salnés no hay temor, al menos por el momento, a que falte agua debido a la su escasez en el río Umia -de donde procede la gran mayoría del suministro- sino a que la planta de Treviscoso sea capaz de depurar toda la que se necesita. También existe una gran preocupación en O Grove porque la tubería general de abastecimiento a esta localidad es muy antigua, y una avería en ella podría dejar sin abastecimiento a todo el pueblo durante muchas horas. En este sentido, la Mancomunidade lleva tiempo reclamando a la Xunta de Galicia unas obras para solventar estos problemas, aunque se trata de actuaciones que requieren inversiones millonarias.

O Salnés necesita en temporada alta unos 30 millones de litros diarios.