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Espectaculares molinos recorren el cauce fluvial

La ruta fluvial de Chanca es un trayecto de 6 kilómetros de ascensión con dos partes bien diferenciadas. La primera, más accesible y ascensión más tendida, discurre por un paraje de prados, donde los viejos molinos de río se suceden a cada paso, hasta completar el número de 23 construcciones. Alguno transformado en tasca rural, como el "muiño do Ferreiro", de propiedad hoy municipal, y otros de gran valor, como el "muiño de Crego", una construcción cuya existencia está documentada en el siglo XVII, y que a finales del XIX llegó a manos de Miguel Padín "o crego de Quintáns" -de ahí su nombre hoy-. Sus viejas ruinas fueron recuperadas hace unos años por su actual propietario, Pablo Dovalo, quien lo heredó de su abuela cuando el contaba 3 años de edad, y que creó en su interior una auténtica aula didáctica sobre estas construcciones.

Los trabajos de recuperación en otros molinos del tramo se han venido sucediendo a lo largo de los años. El último se está ejecutando estos días en el molino de A Besada en Simes, merced a un taller de empleo que ha puesto en marcha la Mancomunidade do Salnés, y a través de cual se pretende recuperar esta construcción que ya aparecía recogida en el en el catastro del marqués de la Ensenada, propiedad entonces de Ygnacio de la Yglesia.

La segunda parte de la ruta, más agreste, asciende por la zona boscosa, con un río que discurre más encajonado.

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