Si existe algún pueblo fiel a sus tradiciones, éste es el de A Illa de Arousa. La procesión marítima de la Virgen del Carmen se ha convertido en uno de esos acontecimientos que no por repetido deja de ser toda una experiencia única. Los vecinos de la localidad, acompañados para la ocasión por centenares de visitantes, fueron fieles a la salida de su patrona a la que recibieron con sus mejores galas.

El ambiente del día grande se palpó desde primera hora. Los marineros ataviados para la ocasión con un traje blanco impoluto se fueron agrupando en la calles para dirigirse a la iglesia de San Xulián a recoger la imagen. Eran alrededor de las once y media de la mañana cuando la venerada imagen salió del templo para iniciar un lento caminar por las calles. Su llegada a la zona de O Cantiño se convirtió en un atronador recibimiento. Las bocinas de los barcos que luego conformarían su cohorte marítima mostraron así su pasión a su protectora en su primer contacto visual y los portadores mecieron a la Virgen como respuesta simulando el movimiento de las olas del mar.

Los más de doscientos kilos de peso de la imagen se dirigieron a continuación a la lonja para la misa de campaña. La presencia de fieles desbordó un año más el espacio existente. Todos querían cantar la Salve Marinera para mostrar todo su agradecimiento en una fecha tan señalada.

La bonanza meteorológica aportó mayor luminosidad a una ceremonia que trasladó su escenario hasta el muelle de O Cantiño en medio de la admiración y respeto máximo. Allí esperaba el "Otero Moroño" para tener el privilegio de transportar a la santa en su paseo por la ría. A su estela decenas de barcos engalanados para la ocasión le siguieron hasta el canal donde se realizó la ofrenda floral en el punto exacto donde hace más de tres décadas perdieron la vida varios marineros de A Illa.

Fueron muchos los barcos que portaban comida en sus bodegas. Las familias enteras que conformaban las tripulaciones reponían fuerzas en medio de una procesión que se prolongó durante muchas horas.

Eran alrededor de las cuatro de la tarde cuando la Virgen del Carmen llegó al muelle de Pau en la zona de O Campo. Allí la esperaba una multitud de gente que tuvieron que desalojar buena parte de la zona para que la imagen desembarcase con su mirada puesta en el mar que protege, cumpliendo así además la tradición de ser la única procesión marítima que parte de un muelle y atraca en otro.

Los marineros ya habían desembarcado para portar a su patrona, y nada más alzarla, la volvieron a mecer en medio de un respetuosísimo silencio finalizado con una ovación previa al arranque de las gargantas de la Salve Marinera. El fervor acompañó todo el trayecto de vuelta hasta la iglesia de San Xulián. Las bombas y la pirotecnia atronaron desde su llegada al muelle de O Campo. Las salvas de petardos subieron los decibelios. Era uno de los momentos más espectaculares de la mañana y cada paso de la Virgen del Carmen era motivo de ovaciones muy sentidas.

Incluso se interpretó una canción compuesta en A Illa para acompañar el trayecto de vuelta hacia su lugar de reposo. Prácticamente una hora después de su llegada a tierra, y previa parada en la Praza de O Regueiro, la imagen llegó a la iglesias abriéndose paso entre las estrechas calles del casco urbano atestadas de gente para la ocasión. La celebración más carnal tomó entonces el relevo mientras los marineros, con la emoción a flor de piel, se retiraron a descansar.