-¿Cómo se lleva ganar el premio a la mejor camarera de 2014?
- Pues muy bien. Sobre todo fue un reconocimiento a tantas horas de esfuerzo porque desde que supe que quería dedicarme a la hostelería, no he parado de formarme con cursos básicos y poco a poco, he ido subiendo la dificultad. Mi familia es la que mejor se lo ha tomado porque siempre me decían que era demasiado cuadriculada pero la verdad es que la cocina es como las matemáticas, una ciencia exacta.
-¿De cuántas pruebas se compone el certamen?
-Son cinco y muy diferentes. El concurso se desarrolla en un día entero. Se empieza con un examen tipo test pero muy duro en el que se hacen preguntas muy concretas desde los tipos de quesos hasta cuántas denominaciones de origen tiene el jamón ibérico. Hay que preparárselo muy bien. Otra de las pruebas es una cata a ciegas de tres vinos en el que tenemos que adivinar cuál es y qué guarnición es la que mejor le acompaña. Lo mismo con la cerveza, aunque sin cata a ciegas, nos mandan servir la "caña perfecta" en la que haya equilibrio con la espuma, el gas etcétera. Otra prueba consiste en cortar 100 gramos de jamón ibérico a ojo que luego pesan en una báscula. Yo fui muy precisa porque conseguí cortar 101 gramos. Es un concurso para el que hay que prepararse a fondo pero me merecía ganar.
