Los vendedores afectados por la segunda fase de reforma de la plaza de abastos siguen sin saber dónde pasarán los nueve meses que durarán las obras. La reunión de ayer con representantes del gobierno local, a la que acudieron una quincena de comerciantes, acabó sin ninguna decisión tomada. Los placeros prefieren trasladarse a una carpa en los exteriores del mercado, pero obligaría a Ravella a asumir los costes. El Concello sopesa también reubicarlos en puestos vacíos en otras zonas de la plaza, pero los afectados quieren estar todos juntos. Intereses divergentes que bloquean, por el momento, la solución definitiva. "Hay que tomar una decisión cuanto antes para que las obras puedan comenzar", apunta Juan Carlos López, presidente de la asociación de placeros.

La instalación de una carpa supondría, según las cifras que ayer se pusieron sobre la mesa, unos 18.000 euros. El Concello prefiere adquirir una antes que alquilarla, ya que la segunda opción dispara el precio todavía más. A esa cantidad habría que añadir, además, las obras para dotar al espacio de desagües o puntos de luz, así como la contratación de seguridad. En un intento por minimizar gastos lo máximo posible, Ravella llamará a las puertas de la Diputación para consultar la posibilidad de que esta administración preste una de sus carpas. "Si no les queda otro remedio" los vendedores aceptan ir a la zona de la verdura, pero "todos juntos" y en condiciones y con espacio suficiente para instalar cámaras frigoríficas o mostradores, en el caso, por ejemplo, de las carnicerías. "Nosotros no podemos coger el cesto, meterlo en el coche e irnos a casa, como las verduleras", incide una de las asistentes a la reunión. Temen que el traslado afecte a su actividad y sobre todo a sus ventas, por eso piden las mejores condiciones posibles para minimizar el posible impacto de las obras. Eso sí, agradecen al gobierno sus "buenas intenciones y ganas de colaborar". Y es que el Ayuntamiento ya puso de manifiesto que quiere que "la solución definitiva se adopte por consenso".

En los próximos días, el Ejecutivo socialista sondeará también la opinión de las vendedoras de verdura, para "escuchar a todas las partes e intentar no perjudicar a nadie", explica Juan Carlos López. Entre hoy y el lunes, personal municipal acudirá al mercado para "comprobar los espacios que hay y tomar una decisión cuanto antes". La adjudicación de las obras está a punto de hacerse pública y Ravella insistirá a la empresa sobre la necesidad de cumplir los plazos y no demorar las obras más allá de lo imprescindible. Su comienzo está previsto para este mes de junio.

Aún sin decisión sobre la reubicación, los placeros salieron contentos de la reunión al confirmarles el gobierno que no van a trasladarlos a la planta superior, ya que esta estará también obras. Este era uno de los principales temores tras la experiencia vivida por algunos de sus compañeros durante la primera fase de modernización del mercado. "Teníamos miedo porque ir para arriba sería un fracaso total y nos haría pasar un año muy duro, por eso estamos contentos", indica una vendedora.

Reforma y modernización

Aunque todo dependerá de cuándo arranquen los trabajos, el Concello espera que el grueso de los mismos se ejecuten antes de finalizar este año. Supondrán la modernización de la parte del edificio que permanece todavía sin reformar, prestando especial atención a la estética, ya que se pretende crear una imagen de calle. Se reestructurarán los puestos para ganar en accesibilidad y movilidad interior y la planta superior se dedicará a actividades como cursos de cocina. Se invertirán 745.000 euros, de los que la Consellería de Industria aporta 240.000, corriendo los restantes 505.000 a cargo de las cuentas municipales.