Agentes de la Guardia Civil se personaron ayer en una vivienda del entorno de la iglesia de A Pastoriza, en Vilanova de Arousa, tras ser alertados de la presencia del cadáver de una mujer de 54 años de edad en su interior, Blanca Bóveda, más conocida como "Blanquita", y que durante su juventud, fue una de las grandes musas de los integrantes de la "Generación Perdida", el grupo de jóvenes cuya tragedia al descubrir las drogas recoge el documental "Marea Blanca".

Aunque el instituto armado ha abierto una investigación y el cuerpo ha sido trasladado al anatómico forense, los primeros indicios podrían apuntar a una muerte natural.

Una de las personas que conocía perfectamente a "Blanquita" es el narco arrepentido Manuel Fernández Padín , "O Galo", que la cita en el libro en el que se recogen sus memorias, "Dejadnos vivir", nombre del equipo de fútbol que se acabó convirtiendo en emblema de la Generación Perdida y del que tan solo quedan tres integrantes. El resto fallecieron en diversas circunstancias debido a su contacto con las drogas.

El propio Fernández Padín lamentaba ayer su pérdida: "Era una amiga de la pandilla de Vilanova, la conocía desde los 13 años de edad, y todos los que formábamos ese grupo estábamos un poco enamorados de ella, era como nuestra gran musa, no solo por su belleza, sino también por su gran personalidad".

En el libro, Fernández Padín relata la transformación física que sufrió la joven a raíz de comenzar sus escarceos con la droga que la acabó deteriorando en exceso, como a todos los integrantes de aquella Generación Perdida que la droga se llevó por delante en Vilanova de Arousa entre las décadas de los 80 y los 90. El equipo se hizo famoso a través del documental "Marea Blanca" que emitió Televisión Española en su momento y que se hacía eco de lo ocurrido con diez jóvenes cuya misión era cambiar el mundo pero que acabaron siendo devorados por la droga. Esa intención de cambiar el mundo la demostraron en aquel verano de 1982 en As Sinas, campo en el que se hizo la fotografía, cuando ganaron un campeonato local de futbito con un nombre que desafiaba a aquella sociedad que los consideraba unos transgresores.

Eran diez, de los que tan solo quedan tres. El último de aquellos integrantes del equipo falleció hace cinco años, al quemarse con un cigarrillo. Era Francisco Javier Bóveda "Pacheco".