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Un pilar socioeconómico de O Salnés

Los jornaleros ganan entre 675 y 1.500 euros por 15 intensos días de recolección

Guillermo Hermo afirma que si se mantiene la caída del precio de la uva incluso estará en riesgo la vendimia manual

La vendimia en espalderas es a la altura de las manos. // Iñaki Abella

Los salarios que perciben los trabajadores depende mucho de la bodega o el viticultor que les haya contratado, pero también de sus funciones. Tanto es así que puede haber una diferencia notable dependiendo de si trabajan en la recolección en sí en los viñedos o si lo hacen en la bodega, e incluso en este último caso hay diferencias entre un peón que se dedica solo a transportar y lavar cajas a otro que participa activamente en la elaboración del vino. Por término medio, los sueldos pueden oscilar entre los 675 y los 1.500 euros por 15 días ininterrumpidos de trabajo y jornadas laborales que pueden ser de hasta 10 horas.

Las bodegas suelen pagar más por el trabajo de bodega, que en algunos casos obliga a quedarse a pie durante buena parte de la madrugada. En ese caso, la retribución es muy variable, y va por término medio de los 5 euros la hora a los 10. En ese caso, la jornada diaria suele rondar las 10 horas.

El salario que perciben los vendimiadores que trabajan en el viñedo es más homogéneo, y se sitúa entre los 5 y los 6 euros la hora, por jornadas que por lo habitual rondan las 9 horas.

El ingeniero agrónomo Guillermo Hermo, que es administrador del pazo de Rubiáns, en Vilagarcía, considera que los sueldos que se están abonando en las vendimias están por debajo de lo que se merecerían, pero que esto se debe a la caída del precio de la uva. "Entre 1998 y 2001 la uva se pagaba a entre dos euros y 2,50. Y ahora cuando el precio sobrepasa el euro casi damos palmadas de alegría, y eso que los gastos de producción se han multiplicado por dos".

Tanto es así que Guillermo Hermo opina que si los viticultores y bodegueros no obtienen un margen un poco mayor incluso estará en peligro la vendimia manual tal y como se conoce en la actualidad. "Si el precio de la uva sigue tan bajo incluso llegará un momento en el que tendremos que cuestionarnos la recogida manual. Y eso sí que sería una pena". Y es que en otras zonas vinícolas ya está muy extendida la vendimia mecanizada.

La dureza del trabajo

Se suele decir que el trabajo de bodega es más duro que el de campo, tanto por el hecho de cargar y descargar pesos como por hacerlo en gran parte de noche, de ahí que también ganen más. Aunque Guillermo Hermo discrepe, al menos por las características particulares de una finca como la del pazo de Rubiáns. "Es cierto que el trabajo en bodega tiene momentos de labor más intensa, pero en mi opinión es más duro el trabajo de campo. En nuestro caso, el lunes la gente estuvo vendimiando a pleno sol, con temperaturas de 29 o 30 grados, y en zonas de terreno con una inclinación de hasta el 20 por ciento".

Tanto es así que en el pazo de Rubiáns alternan el trabajo entre las "espalderas" y las parras. "Solemos organizar el trabajo de modo que la vendimia en las espalderas se hace entre las 9 y las 13,30 horas, y es después de comer cuando nos trasladamos a las parras. De ese modo te evitas vendimiar en los momentos de más calor y sol en las espalderas, donde están más expuesto al sol, y por la tarde tienes sombra en la parra".

Guillermo Hermo, que defiende el sistema de la espaldera con respecto al emparrado, señala que con la primera de ellas "vendimias un 20 por ciento más que con la parra con el mismo tiempo y número de personas". El gerente del pazo señala igualmente que la recolección en la parra también es dura. "Veo a veces a la gente después de trabajar ocho o nueve horas debajo de una parra, con los brazos y el cuello dolorido". En cuanto a la espaldera, que él tanto defiende, alega que también es más fácil de vendimiar porque los racimos están a la altura de las manos.

La vendimia es un trabajo colectivo y que a menudo incluso tiene un carácter de reunión festiva. O ese es el ambiente que quieren recrear en Rubiáns, donde celebran siempre el final de la recolección con una "Festa da Vendima" en la que citan a todos sus trabajadores durante la campaña.

"En 2012 la cosecha había sido tan mala que estuvimos pensando en suspenderla, porque entendíamos que no había mucho que celebrar. Pero entonces la gente se ofreció a costear parte de la fiesta e incluso a llevar unas tortillas y empanadas. Ese gesto nos pareció tan bonito que nos dijimos que de ahí en adelante nunca más volveríamos a cuestionar la celebración de la fiesta, aunque la cosecha sea mala y solo sea para comer un chorizo por cabeza".

La fiesta se hace en una de las tres "carballeiras" del pazo, e invitan a una pulpeira.

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