El yacimiento del islote Areoso está amenazado; los petroglifos de Os Mouchos, en Leiro (Rianxo), sufren la acción de los vándalos, que dejan impresas sus manos en las piedras sobre las que escribieron sus antepasados; la necrópolis de Adro Vello, en O Grove, continúa sumida en el olvido, a pesar de las repetidas promesas de acondicionamiento realizadas durante las últimas décadas; inmuebles tan emblemáticos como la grovense Torre de Escuredo se pone de nuevo a la venta...

Es cierto que de un tiempo a esta parte se ejecutaron acciones de protección y potenciación importantes en A Lanzada, Catoira, Valga y otros lugares, pero queda mucho por avanzar aún en este sentido.

Mención especial merece, por haberse producido en los últimos días, la noticia relativa a la venta de la Torre de Escuredo. Cabe citar aquí el testimonio de un investigador de la historia local como Francisco Meis, que hace unos años explicaba en FARO los orígenes de esta propiedad.

Contaba que Luis Mestre Roig fue un indiano de familia catalana que se emparentó durante su estancia en Cuba con una rica mujer que le permitió amasar una considerable fortuna. Regresó a España para instalarse en las Rías Baixas y se hizo cargo de la gestión del balneario de A Toxa, por lo que decidió residir en O Grove.

Adquirió la Casa da Carrela, un pazo que Francisco Meis data entre los siglos XVII y XVIII a cuya construcción tradicional Luis Mestre añadió una casa de factura modernista a la que llamó torre. La mansión estaba coronada por un llamativo balcón acristalado.

Mestre quiso que sus dos hijos, Luisa y Luis Antonio, contasen cada uno con una mitad de la residencia, así que dividió la casa y el pazo. Los dos hermanos mantuvieron contacto con O Grove hasta su muerte, momento en el que las dos mitades fueron vendidas a sendas familias que hicieron fortuna en el negocio de la conserva y la industria salazonera: la parte de Luisa fue para los Lores y la de Luis Antonio para la familia Escuredo, que adquirió la residencia alrededor del año 1938 y realizó leves reformas, manteniendo esta parte de la villa Mestre casi como la habían dejado los anteriores propietarios. La mitad de los Lores grovenses, según explicaba Francisco Meis, no corrió la misma suerte. La casa histórica fue ampliamente reformada, construyendo en el mismo lugar una famosa torre que los más viejos vecinos de la villa todavía recuerdan. Este edificio, pese a no conservar la gracia del original, seguía manteniendo el encanto de un conjunto ya no uniforme, pero señorial.

A finales del siglo pasado los Lores vendieron la propiedad, adquirida por una constructora que levantó un edificio moderno. Perdida para siempre la mitad de la villa Mestre, los Escuredo conservaron gran parte de la esencia de la otra mitad.

Además de hacer memoria histórica, Francisco Meis alertaba hace ya tres años de que la popular casa de Escuredo llevaba "décadas abandonada", a pesar de que la torre fue declarada Bien de Interés Cultural en 1995.

Se trataba del mayor grado de protección del que puede beneficiarse un inmueble, a pesar de lo cual el pazo y la casa se situaron al borde del derrumbe, y de hecho, con el paso del tiempo, fueron desprendiéndose poco a poco algunas partes.

Hace años las familia propietaria puso a la venta la finca a un precio de tres millones de euros, pero nadie se interesó en adquirir una construcción en la que la única intervención posible es la rehabilitación. Ahora está de nuevo en venta, si es que alguna vez dejó de estarlo, como así indica el cartel colocado en el portal de la entrada.

Ante esto, el Gobierno de O Grove anuncia que intentará recuperar un acuerdo urbanístico en el que había trabajado durante la anterior etapa socialista al frente del Concello. Aquella propuesta suponía dotar de edificabilidad a una parte del terreno, donde se podría construir bajo y tres alturas, y a cambio se procedería a la reconstrucción y reubicación del edificio histórico, además de construirse un aparcamiento subterráneo".

Se trata de que la torre sea cedida al Concello, para destinarla a fines públicos, y para ello el alcalde José Cacabelos se dispone a retomar aquellas negociaciones, aunque descartándose la compra por el Concello, ya que se considera administrativamente complejo y económicamente inviable.

Al otro lado de la ría, en Rianxo, aún tratan de reponerse al atentado sufrido por los petroglifos del lugar de Brión. Xusto Ordóñez, el concejal delegado de Patrimonio Histórico, condena enérgicamente lo sucedido, tras descubrir que "unos desalmados" mancharon sus manos con una especie de pintura o pasta -puede tratarte de mortero- para dejara las huellas de las palmas sobre un testimonio histórico tan importante.

Afortunadamente parece que va a ser posible eliminar esas huellas y dejar los petroglifos de nuevo en buenas condiciones, pero quizás lo sucedido sea una especie de aviso a navegantes, para que lo tengan en cuenta en todas aquellas localidades donde disponen de estos grabados rupestres u otros elementos semejantes sin dotarlos de la protección suficiente, o incluso cubiertos aún de maleza.

Xusto Ordóñez denunció este "atentado contra nuestro patrimonio", y el patrimonio de toda Galicia, destacando que los petroglifos de Os Mouchos figuran entre los más importantes de Europa.

"Es muy difícil de entender cómo puede cometerse un acto vandálico de estas características contra una parte tan importante de nuestra historia", reflexiona el concejal, que al mismo tiempo hace un llamamiento a la concienciación ciudadana, convencido de que "todos debemos respetar y salvaguardar este legado de nuestros antepasados, y el que no lo hace así es que carece de todo tipo de valores".

Fue un amante de la arqueología como Víctor García Rey quien, junto a un buen conocedor de los petroglifos como Juan Carlos Collazo y otro amigo, Xoán Antón Castro, descubrieron el atentado cometido.

Fueron ellos los que comunicaron lo sucedido al concejal, quien inmediatamente se desplazó al lugar para constatar personalmente los daños sufridos y poner los hechos en conocimiento de Patrimonio y el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil.

Ordóñez calificó lo sucedido como "muy triste para todos los rianxeiros y para todas las personas que amamos y respetamos este tipo de legados históricos".

Su pesar contrasta, lógicamente, con la satisfacción vivida por aquellos que tienen la oportunidad de disfrutar de otros petroglifos por ahora a salvo de los vándalos y cada vez más potenciados, como sucede con los de Bamio (Vilagarcía), últimamente protagonistas de diferentes actividades divulgativas.

Pero claro, nadie está a salvo de los vándalos, de ahí que lo ocurrido en Rianxo deba servir como reflexión y, sobre todo, como un llamamiento a la plena implicación de todas las Administraciones públicas.

Solo así pueden corregirse agravios como el que se comete con el yacimiento grovense de Adro Vello, saqueado a lo largo de las últimas décadas, periódicamente "comido" por la maleza y siempre a expensas de una regeneración integral que no lleva, sea cuál sea el color del gobierno de turno.

Tanto es así que en su anterior etapa como alcalde, hace ya cinco años, el regidor grovense, José Cacabelos, llegó a manifestar que "sin apoyo es imposible recuperar el yacimiento arqueológico de Adro Vello, y la única solución puede ser enterrarlo de nuevo, para detener su progresivo deterioro".

Y es que hace ya muchos años se habló de dar continuidad a las excavaciones, pues siempre se dijo que lo más importante de este yacimiento sigue enterrado, pero no se ha hecho.

Como tampoco se procedió a tapar los restos de la necrópolis con el prometido piso acristalado que iba a garantizar su protección y a facilitar su contemplación.

Muchos creen que si Adro Vello no estuviera en O Grove, o incluso si se situara fuera de Galicia, su recuperación habría sido realidad hace ya mucho tiempo, pues se trata de un lugar de vital importancia para entender el pasado.

No hay que olvidar que en Adro Vello hay restos de cuatro etapas sociales y culturales, con claras evidencias de una villa romana del siglo I que existió hasta el siglo IV, cuando habría sido arrasada por un incendio.

En el siglo V empezó a formarse una necrópolis de inhumación cristiana, en la que se cree que se realizaron más de 4.000 enterramientos a lo largo de 1.300 años, usando las piedras como ataúdes.

Posteriormente se levantó allí una pequeña iglesia, quizás en el siglo VII, y es de esa etapa el yacimiento enterrado aún bajo la carretera, donde los arqueólogos calculan que puede haber 300 metros cuadrados ricos en hallazgos. En su día se habló de levantar el vial y seguir excavando, pero no fue así.

A mayores, en Adro Vello se sitúan los restos de una pequeña torre rectangular provista de un recinto amurallado que tuvo fines defensivos y data del siglo XII.

En definitiva, que la riqueza patrimonial bañada por la ría de Arousa, tanto en la comarca de O Salnés como en la de Barbanza -sin olvidar el territorio del Ullán- es infinita. Lo que sucede es que son todavía demasiados los elementos que siguen a merced de los elementos, los vándalos y el abandono, por lo que si esto sigue así no podrán ser disfrutados por las futuras generaciones de arousanos ni por sus visitantes.