Una concha de berberecho puede parecer una insignificancia aunque a veces contiene toda una traza histórica. Esa perla es la que han hallado los malacólogos en el castro de Besomaño (Leiro-Ribadumia) que han engarzado uno de los eslabones más importantes sobre los priomeros pasos del comercio interior de marisco y pescado en la civilización púnica cuando hasta ahora se creía que esta actividad la habían introducido los romanos dos siglos después.

El descubrimiento parte de la localización de un pequeño "concheiro" en la misma entrada al castro saliniense, en el que se conservaban casi fosilizados los restos de un descomunal banquete ceremonial o ritual que celebraron sus pobladores probablemente después de un hecho singular como una conquista.

Se trata de un pequeño "basurero" en el que se hallaron restos de bivalvos, conchas de berberecho, almeja y mejillón, así como escamas de pescado, correspondientes a aquella opípara comilona.

Y esa fiesta por todo lo alto, celebración que se remonta ya al siglo II antes de Cristo, hace la friolera de 2.300 años, ha permitido encontrar una línea histórica desconocida hasta ahora en el mundo celta, pues es el primer indicio inequívoco de que ya antes de los romanos existía un comercio desde la costa hacia una primera línea del interior porque en aquel entonces el marisco era consumido fresco y recién pescado exclusivamente en los lugares donde se recogía, es decir en las localidades asentadas en el litoral.

El estudio ha sido realizado por dos arqueólogos "superespecializados" en malacología, una de las ramas de la arqueozología a la que se dedican casi en exclusiva ambos investigadores, dependientes de la Universidad de León.

Los investigadores Víctor Bejega y Eduardo González fueron invitados por el arqueólogo provincial y director de la excavación, Rafael Rodríguez, quien el pasado año se interesó por el hallazgo de este "cuncheiro" cuando se trabajaba en la consolidación de la monumental entrada al castro, en el sur del recinto castrexo.

La visita ofreció resultados totalmente inesperados para los dos expertos, pues la primera apreciación científica fue descubrir que se trataba del primer vestigio del comercio de productos marinos en una primera línea de población interior, alejada en cierto sentido de la costa.

Obviamente, ambos científicos dejan claro que esta conclusión no deja de ser una hipótesis, en la que queda de manifiesto que existe ese mercado de productos frescos en zonas del interior, allá por el siglo II antes de Cristo, cuando lo habitual es que ese consumo estuviera especialmente ligado con la costa.

Ello tiene otro significado importante a juicio de los malacólogos que emitieron el informe pues a su juicio ello pone de manifiesto una serie de cambios en la cultura castreña de la época.

"Esos recursos que eran solo accesibles a los pobladores de las zonas de costa empiezan a extenderse ya en aquella época y no, como se creía hasta ahora, a partir de la época romana", explica Víctor Bejega.

La razón parece estar en la resistencia de los bivalvos. "Estos moluscos aguantan vivos algún tiempo aunque estén fuera del agua, lo que permite un plazo mayor para su transporte en buenas condiciones", justifica el historiador y experto en arqueozología.

Hasta ahora se pensaba que este mercado de marisco y pescado había surgido en la era romana, pero con el concheiro de O Castro se descubre que ya se hacía, como mínimo, dos siglos antes, aunque con métodos más rudimentarios que en la subsiguiente civilización romana.

Con todo, en castros como en el de A Lanzada ya se han encontrado otras claves de la relación de O Salnés con el mar, en particular relativos a la industria pesquera.

La conservación de los productos del mar era una de las preocupaciones de los púnicos, como se pudo comprobar también en el castro de A Lanzada.

Allí, estos mismos arqueólogos localizaron los restos de una fábrica de salazón, que también es anterior a la invasión romana.

Ya en aquella época comenzaban a observarse las primeras técnicas de conservación de estos productos frescos, sobre todo a través de los escabechados.

"Cierto que son los romanos los que generalizan después todas estas técnicas", pero antes de ellos ya se habían desarrollado métodos de conservación imprescindibles para poder abrir nuevos mercados.

Este comercio que se producía en el interior es una de las numerosas claves importantes descubiertas en el yacimiento de Monte do Castro pues revela una importante novedad del comercio de los pobladores de este tipo de yacimientos castrexos del rural gallego.

Cabe recordar que cuando hace tres años y medio comenzaron las excavaciones en este yacimiento de Besomaño se localizaron numerosos objetos que demostraban precisamente la existencia de intercambios comerciales de objetos, fundamentalmente cerámicas y herramientas, no en vano se han localizado un total de 400.000 piezas que ahora deben ser inventariadas.