El fin de curso anuncia el inicio de las tan ansiadas vacaciones escolares, pero los responsables del Colegio Público Progreso, en el Concello de Catoira, han querido demostrar que hasta el rabo todo es toro en la clausura del ejercicio 2013/2014.

El salón de actos del centro acogió la última lección magistral y, en esta ocasión, a cargo de un maestro de excepción. Un invitado de esos que suscitan atención desde la primera palabra entre los más jóvenes. Se trataba nada menos que de Sergio Álvarez, portero de la primera plantilla del Real Club Celta y catoirense no de adopción sino de condición.

Innovador colofón

El claustro de profesores del centro quiso poner la mejor guinda posible a un acto que también servía para poner el colofón a un programa educativo tan especial como innovador.

Bajo el nombre de "Decálogo del buen deportista" y "Decálogo del buen estudiante", el objetivo no era otro que inculcar en los más jóvenes pautas de comportamiento para la adquisición de los hábitos más recomendables tanto en la faceta deportiva como en la académica.

La experiencia de contar con un padrino en el fin de curso ya arrancó el pasado año con la participación de Ángel Carracedo Álvarez, catedrático de medicina de la Universidad de Santiago. En esta ocasión el testigo recayó en Sergio Álvarez, un deportista que dejó claro que también es un perfecto orador de los valores que deben acompañar la conducta de cualquier persona ejemplar en cualquier faceta que se derive del deporte o de la formación académica.

Trabajo y constancia

Los trabajos realizados por los alumnos tuvieron su perfecta plasmación en las palabras de su ídolo deportivo. Aspectos tales como la importancia del trabajo en grupo, la constancia, la organización personal y del grupo, la solidaridad y la honestidad fueron algunas de las cualidades en las que Sergio Álvarez hizo más hincapié.

Todo un manual de la cultura del esfuerzo cimentado en su propia experiencia personal. La misma que le ha llevado a defender una portería en primera división con la misma ilusión que cuando paró sus primeros balones en su Catoira natal.