A causa de la crisis económica se usa menos el coche y más un transporte económico e incluso más rápido para ciertos trayectos, como es el tren. Además, la intensa promoción realizada en los últimos años, con campañas divulgativas sobre las ventajas de este transporte, distribución de horarios entre los vecinos y gestiones de todo tipo para conseguir más y mejores trenes, han tenido una repercusión positiva e inmediata, a modo de aumento de usuarios.

Por estos motivos, la continuidad del tren de cercanías entre Vilagarcía, Catoira, Pontecesures, Padrón y Compostela, es decir, a través de las comarcas de O Salnés, Caldas, O Sar y Santiago, "está plenamente justificada".

Así lo entienden los defensores de la permanencia de este servicio de proximidad, que no arrojan la toalla y siguen insistiendo en lo vital que puede resultar el tren actual para el territorio citado. De lo que se trata, como, se explicó en tantas ocasiones anteriores, es de conservar las vías y prestar este servicio incluso cuando se implante definitivamente - y cada vez está más cerca- el Tren de Alta Velocidad (TAV).

Mientras se desarrollan las obras de ese Eje Atlántico, que en algunos tramos pueden tildarse casi de faraónicas y sorprendentes -sobre todo para cruzar el río Ulla entre Catoira y Rianxo-, sigue la lucha de los más firmes defensores del cercanías.

La labor fundamental en esta materia es la desarrollada por la Comisión de Defensa del Trayecto de Cercanías Vilagarcía de Arousa-Santiago, integrada por una decena de municipios y la asociación compostelana Amigos del Ferrocarril.

Uno de sus integrantes, el concejal Luis Ángel Sabariz Rolán, portavoz de la Agrupación Cidadá de Pontecesures (ACP), escribió hace un par de días a la ministra de Fomento, Ana Pastor, para pedirle una reunión con dicha plataforma ciudadana, integrada por representantes sociales y políticos de casi todos los partidos.

En esa reunión, que si la ministra accede podría celebrarse con motivo de su próxima visita a Galicia, los defensores del servicio ferroviario de cercanías no solo insistirán en la trascendencia social y económica del mismo -tantas veces expuesta con anterioridad-, sino que le harán ver que cada vez son más los usuarios.

Y esto es fácilmente demostrable, pues así aparece contemplado en las estadísticas que maneja Renfe Operadora. En esas cifras se aprecia un aumento considerable de usuarios el año pasado, en relación con el anterior. Y eso a pesar de que, en realidad, son datos muy por debajo de los reales, pues el número de viajeros se contabiliza por la cantidad de billetes expedidos, y todo el mundo sabe que en tramos tan cortos como el Vilagarcía-Pontecesures, o el Pontecesures-Santiago, es prácticamente imposible que el revisor controle los tickets a todos los pasajeros. O lo que es lo mismo, hay muchos que viajan completamente gratis.

Quiere esto decir que si aún se expidieran billetes en los apeaderos de Catoira y Pontecesures, o si el servicio prestado tan eficaz e intenso como se reclama desde hace años, las cifras de usuarios serían mucho mayores, y la pervivencia del servicio de cercanías estaría, si cabe, más justificada aún.

En todo ello abunda, también, el citado Luis Sabariz, que después de diferentes campañas para fomentar el uso del tren en Pontecesures, y gestiones para mejorar el estado de su estación, ahora escribe a la ministra y le indica que, según los datos de Renfe Operadora, en 2012 se subieron al tren o bajaron de él, en el propio apeadero pontecesureño, un total de 33.599 viajeros, "a los que se deben añadir los bonos mensuales o de otro tipo que también intensifican el número de pasajeros".

Esa cantidad supone un incremento de prácticamente 2.000 pasajeros respecto al año anterior, y eso solo en lo que se refiere a la estación pontecesureña. Se demuestra, por tanto, que "en los últimos años el servicio de cercanías gana pasajeros, y eso que los interventores no tienen tiempo material, en un trayecto de veinte minutos, para cobrar a todos los pasajeros que se suben en nuestra estación", manifiesta Luis Sabariz.

Incluso pone como ejemplo que si el día de la Fiesta del Agua de Vilagarcía toman el tren en Pontecesures medio centenar de personas para asistir al evento, puede que cuando la locomotora se detenga en la estación vilagarciana el interventor no revisara ni a la mitad de esos pasajeros.

Este tipo de situaciones resultan especialmente evidentes -abunda el edil pontecesureño- cuando los trenes "van a tope", lo cual suele ocurrir los viernes y domingos, cuando los estudiantes regresan a sus casas desde Santiago, A Coruña o Vigo o bien se dirigen a sus centros educativos de las citadas ciudades para comenzar una nueva semana.

Los que hacen recorridos como el Santiago-Vigo o el Santiago-A Coruña, y viceversa, aparecen mejor reflejados en las estadísticas porque al ser trayectos largos los revisores tienen tiempo suficiente para intervenir. Pero cuando los recorridos son mucho más cortos y en los pasillos apenas hay espacio para transitar, buena parte de los usuarios de los trenes pueden subir y bajar sin pagar billete.

Por este mismo razonamiento, y también por la carencia de puestos de expedición de tickets, podría entenderse que el año pasado hicieran el tramo Pontecesures-Vilagarcía 2.524 personas, mientras que el Vilagarcía-Pontecesures fue utilizado por 3.857 viajeros

Con todo esto Luis Sabariz y la Comisión de Defensa del Trayecto de Cercanías tratan de demostrar que el servicio de proximidad que prestan los trenes actuales es muy utilizado por los vecinos, incluso mucho más de lo que se cree.

Los recuerdos del pasado se amontonan en la memoria y los corazones de los vecinos de O Salnés y Ullán, que asisten a un momento crucial en sus vidas y en la historia. Aquellas vías de ferrocarril que empezaron a instalarse en la comarca desde que hace ya 140 años se construyó el tramo Carril-Cornes, el primero de Galicia, poco o nada tienen que ver con los actuales trazados del Eje Atlántico. Es el tren del progreso, cuya llegada provoca sentimientos enfrentados entre la población, sobre todo allí donde se pelea, y mucho, para conservar el viejo servicio de cercanías. Mientras tanto, las obras del TAV, tan espectaculares como complejas, y en muchos casos, nunca antes vistas, dejan su huella ante la atenta mirada de los más ancianos del lugar y entre viejas construcciones que son, también, recuerdos vivos del pasado.