En un ordenador del aula de informática se redactaron los anónimos, según comprobaron los investigadores, y en un despacho del área de prensa de la misma planta, la quinta del edificio de la comisaría de Ourense, apareció muerto de un disparo en la cabeza Celso B. A. El 9 de abril se cumplen dos años del suceso que escribió el episodio más trágico de la trama interna de la Policía en Ourense. El agente del departamento de prensa, de 48 años, fue hallado muerto con tres de las seis armas que se echaron en falta en el armero en agosto de 2014 y febrero de 2015.

La magistrada Eva Armesto, titular de Instrucción 3, estaba de turno de guardia aquel fin de semana fatídico. Sospechó de un posible homicidio y ha mantenido esta tesis hasta llegar a detener en enero de este año a los gemelos Bernardo y Roi D. L. como presuntos autores del crimen -que ellos niegan con rotundidad- y otra serie de delitos por su supuesta implicación en los anónimos y el robo de armas.

A escasos metros del salón en el que ayer se celebró el acto de bienvenida al nuevo comisario se mantiene cerrado y con precinto el escenario de la muerte. Así continúa casi dos años después de los hechos, aunque tras la inspección ocular fue limpiado. Para la magistrada hay hasta 12 indicios para pensar en homicidio. La defensa, citando informes de organismos oficiales, apunta al suicidio. Una parte de la causa sigue secreta.