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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La demoscopia

Metido, como parece, este país en lo que alguien llamaría, con cierta razón, la fase de relevo en los métodos de consulta de la democracia moderna, quizá sea ocasión apropiada para unas cuantas reflexiones. Porque esa modificación, que podría tomarse por modernidad, tiene sus matices; por ejemplo, la sustitución del llamado modelo asambleario por la opción de consulta demoscópica, lo que encierra el riesgo de una más fácil participación. Pero que al sustituir el voto presencial por otro a distancia, parece más fácil de manipular, al menos en origen.

Desde luego, lo de la mayor posibilidad para la manipulación que ofrecería ejecutar la decisión en los domicilios y no en persona ante una asamblea es opinable, y seguramente también habría argumentos válidos en uno u otro sentido. Pero el hecho de que los partidos de izquierda, históricamente más proclives al intervencionismo directo o inducido en los puntos de vista de las bases, apuesten por La Red para sus consultas proporciona una pista. Y aunque carece de base científica, eso de "piensa mal y acertarás" tiene unos precedentes de éxito que obligan a meditar.

En todo caso, hay otra reflexión que sirve tanto para esos referendos acerca de cuestiones muy concretas, y generalmente demasiado etéreas como para sentar doctrina -que se han puesto de moda en los partidos-, como para las primarias. Se trata de insistir en que cuando se somete a consulta de "las bases" cualquier asunto que involucra a más gente -o a muchos votantes de uno y otro signo- se puede desviar el sentido profundo de la democracia al aceptar de facto que unos pocos decidan por encima de la mayoría social general un líder o un programa.

Eso, guste o no, puede ocurrir. Y lo demuestran casos en Galicia como el de la diputada Quinteiro, de En Marea, a la que se intenta presionar para que dimita por conceptos que no comparten ni ella ni sus compañeros más afines. O como el de Pablo Iglesias e Irene Montero, a escala general de Podemos, que proponen a sus bases que decidan no sobre si ambos tienen o no derecho a adquirir una vivienda de lujo, sino acerca de que esa decisión debe suponer la renuncia a sus cargos. Una especie de elección entre la orfandad política y una dirección incoherente. O sea, una trampa.

Lo curioso es que la mayor parte de esas "consultas" se producen en el seno de los partidos que prometieron una "nueva política" y que ahora usan las formas, la apariencia, para disimular las contradicciones de fondo, sean éticas o estéticas, en que incurren sus dirigentes y/o sus representantes electos. Y que malemplean o manipulan conceptos que cuando se utilizan en el recto sentido son fórmulas de participación más que aceptables y, si no, entran de lleno en algo que, por más que se clasifique en la demoscopia, se parece mucho al fraude.

¿O no...?

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