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Lady Ginebra

Confirmado: Anna Gabriel se queda en Ginebra para internacionalizar el "procés". Que es la manera eufemística de decir que la cárcel le da canguelo. La cosa se va degradando: Puigdemont huyó a Bélgica porque le esperaba la prisión incondicional sin fianza. Gabriel se anticipa: el simple paso por el despacho de Llarena le da repelús. Y eso que a la vista de las comparecencias de su correligionaria Mireia Boya y de las Martas, Rovira y Pascal, es casi seguro que el instructor la hubiera dejado libre sin medidas cautelares. O con una fianza de esas que la ANC y Òmnium pagan sin inmutarse con los dineros públicos que han recibido de la Generalitat.

La elección del país escogido como refugio también da la medida de la degradación. Y de la astucia. Y del cinismo. En Bélgica uno puede llegar a ser extraditable por motivos políticos, pero no por sedición. Y también habría muchas pegas para acordar la entrega por rebelión. En Suiza, directamente, no se extradita por delitos políticos. No cabe la euroorden. Es un país, ya saben, anticapitalista.

Pero la astucia continúa. Gabriel se queda en Helvetia para no ser víctima en el futuro de un juicio injusto y bla, bla, bla? Pero de Suiza no escoge Zúrich, Berna o Basilea, sino Ginebra. Puede haberlo hecho para sentarse a orillas del lago Leman a llorar, como el poeta. O para visitar Villa Diodati, donde nació el monstruo de Frankenstein.

Pero no, el atractivo es otro. La ciudad suiza es el segundo gran centro de poder de la ONU, y allí comienza el día 26 la 37ª. sesión del Consejo de Derechos Humanos. Que se sepa, Gabriel no está invitada a participar, pero la plaza, como Bruselas a Puigdemont, le viene perfecta para lanzar sus soflamas desde un gran baluarte de la defensa de las libertades básicas, tan amenazadas en muchos países (ninguno de los cuales se llama Cataluña; allí, si acaso, se violan).

Así, ella podría trabajarse a la ONU, mientras Puigdemont se trabaja a la UE desde Bélgica, ese Estado federal, epítome de la armonía entre lenguas y culturas, donde, tras las elecciones de 2010, solo se tardaron 541 días en formar Gobierno. ¿Querrá batir ese récord el Govern que no acaba de nacer en Cataluña? Por Puigdemont y Gabriel, desde luego, no quedará.

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