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El prestigio de Enrique de No

Salmantino de nacimiento, hijo de juez y de madre franco-belga, Enrique de No Louis -unos apellidos difíciles de olvidar, que usó con legítimo orgullo- llegó a Pontevedra tras ejercer en Marruecos y Ceuta. Aquí estableció su hogar con su mujer, Rosario Alonso-Misol, y sus diez hijos en el número 6 de la calle General Mola (hoy General Gutiérrez Mellado), y pronto se sintió cómo un pontevedrés más.

Enseguida se convirtió en un hombre de mucho peso, no solo por su imponente y oronda figura, sino por su preparación intelectual, su implicación social y su bonhomía personal. En todos los ámbitos fue conocido por don Enrique, dado el respeto y la admiración que supo ganarse. Imposible no citar también su liderazgo indiscutible entre los radioaficionados, que ya ocupó una crónica anterior.

De No aprobó la oposición de juez, pero se pasó a magistrado de Trabajo para distanciarse de la mediatización inevitable de la justicia franquista. Las vistas por despidos prevalecieron en aquellos años y las sentencias de don Enrique se caracterizaron por la imparcialidad y la mesura.

Después de dieciocho años al frente de la Magistratura de Trabajo, ya consolidada en el número 3 de la calle Michelena, Enrique de No se vio obligado a solicitar un destino en Madrid para facilitar los estudios universitarios de su numerosa prole. Dejar Pontevedra atrás causó un verdadero shock en toda la familia, que nunca olvidó sus años felices en esta ciudad.

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