Este 3 de diciembre ha sido el primer domingo de Adviento. Vigo y nuestros pueblos están iluminados como nunca para anunciarnos que en tres semanas festejaremos el nacimiento de Jesús de Nazaret.

El Adviento debe ser un periodo de espera y de examen y debemos de luchar por superar los grandes enemigos de nuestra paz interior. Que son: la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y el orgullo de vida. La concupiscencia de la carne no solo debe ser referida a la sensualidad bien ordenada, sino a la lucha contra la comodidad, la pereza y a buscar soluciones a corto plazo y no a largo que son más duraderas.

La concupiscencia de los ojos: ante la maravilla de las cosas creadas tenemos la tentación de querer ser como dioses y no ver en estas maravillas la bondad de nuestro padre Dios.

El orgullo de vida, la soberbia de vida de creernos más inteligentes, más guapos y mejores que los que nos rodean. Este es el peor pecado pues ha sido el de Satanás y sus ángeles caídos.

El Adviento debe ser un tiempo de preparación para celebrar la Nochebuena y la Navidad.

Recuerdo en mi época de vivir en Barcelona la diferencia en celebrar estas fiestas. Para los gallegos el día más importante es la Nochebuena y también la Navidad. Para los catalanes el día más importante es el día de Navidad.

Dentro de unos días llegarán al hogar los marineros que pescan en alta mar. Nuestros emigrantes que viven en el extranjero a pasar unas pequeñas vacaciones con sus familiares y encontrar sus raíces profundas.

Estas fiestas deben ser la ocasión para encontrarnos con nosotros mismos y sobre todo con nuestros familiares y amigos y pasar por alto desencuentros inevitables en el transcurso de la vida.

Debe ser un momento oportuno para ver el ejemplo del Niño-Dios nacido en una cueva porque no había sitio en las posadas de Belén.

Debe ser una época para imitar la figura tan atractiva de Jesús de Nazaret. Gandhi que fue el verdadero libertador de la India, padre de la resistencia pacífica, reconoció no siendo cristiano que Jesús había sido el personaje más importante de la historia.

Jesús de Nazaret nos ha legado una doctrina que si la practicásemos tendríamos un mundo más feliz y humano.

Que las miles de luces que iluminan nuestras calles nos ayuden también a iluminar nuestro propio corazón

*Miembro del Club 55