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Ataque a las normas básicas de convivencia

La perversión de un proceso que, invocando un falaz derecho democrático a votar, persigue dinamitar el ordenamiento jurídico

La gravedad de los hechos ocurridos en torno al mal llamado referéndum en Cataluña no estriba, como pretenden los que lo han fomentado, en torno al debate sobre la más que criticable pretensión independentista. Esa es una cuestión ideológica, abierta a la reflexión, con la que se pretende esconder algo mucho más peligroso y dañino: un atentado brutal contra nuestro valor más preciado y que supone el pilar básico de nuestra sociedad, la existencia de unas normas que obligan a todos por igual y que deben ser respetadas para poder garantizar así la convivencia y la libertad de todos.

Sin derecho, sin ley, sin respeto al ordenamiento jurídico, no hay Estado, ni protección de las libertades y derechos fundamentales. Sin respeto a la ley solo hay anarquía y caos.

Con el intento del simulado referéndum hemos asistido a un lamentable incumplimiento del ordenamiento jurídico, promovido por quienes más tendrían que velar por su respeto: los gobernantes de Cataluña, que han usado y abusado del sistema que les dio acceso a sus poderes para atentar desde ahí a la base de funcionamiento de nuestra sociedad: el respeto a la Ley.

Su ilegal intentona es perversa, envolviéndose en la bandera de la democracia invocando arteramente un falaz derecho a votar, para dinamitar el pilar básico de la misma: el respeto al ordenamiento jurídico.

Su actuación es una vergüenza que supone un retroceso social y político enorme, tras años de progreso en la construcción de un Estado social y democrático de derecho que costó muchos sacrificios conseguir, precisamente para proteger la libertad y respeto a las ideas y otros derechos fundamentales de la persona.

Resulta lamentable que, quienes más deberían agradecer y valorar que gocemos de un sistema democrático y de libertades, agravien de forma tan despreciable las normas elementales que sostienen dicho marco de convivencia.

La protección de nuestro Estado de derecho obliga a que deban tomarse las medidas que sean necesarias para asegurar que las leyes se cumplan y para custodiar y defender estos valores tan preciados que tanto ha costado conseguir en este país y para que podamos seguir disfrutando de nuestro sistema de derechos y libertades.

Es bochornoso cómo los radicales que se esconden bajo el falso pretexto de simular el ejercicio del derecho a votar, intentan imponer su voluntad frente a todos los demás, rompiendo las más elementales normas de convivencia y el principio básico de la democracia: el respeto a los derechos del prójimo y a unas leyes ante las que todos somos iguales.

Vaya también un profundo agradecimiento de la sociedad española, con independencia de sus ideas políticas, a quienes desde la función pública trabajan para que le ley sea respetada y podamos seguir disfrutando de nuestro sistema de derechos y libertades.

Vulnerar la ley de forma tan gruesa y mendaz es el camino directo a la pérdida de la protección de los derechos fundamentales de las personas a la pérdida de nuestra libertad.

Este triste episodio de nuestra historia, sin duda, servirá de ejemplo y de estímulo para que toda la sociedad española se revele contra un atentado tan grave contra su Estado de Derecho que es lo único que garantiza la paz y la libertad y el orden.

*Abogado

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