Hay tres obstáculos fundamentales para la incorporación a Europa de Armenia y Georgia, presupuesta la voluntad favorable de ambas, no dudosa en el caso de la segunda. Los armenios son filorusos en general y necesitados del apoyo ruso en su conflicto con Azerbaiyán.

El primero consiste en los conflictos que mantienen con sus vecinos: Georgia con Abjasia y Sur Osetia, Armenia con Bakú por Karabagh (El Jardín negro). Europa no puede incorporar a ambas naciones y asumir unos conflictos que llevarían a la confrontación con Rusia y con los turcos. Además, la solución de estos conflictos depende de la superación de los otros dos obstáculos que son como las dos caras de una misma moneda: la imperfecta unión europea, con su defensa entregada a la OTAN. y la incomprensión europea de los legítimos intereses rusos en Europa oriental y, sobre todo, en Ucrania.

De entrada, se puede afirmar que no hay ninguna situación geopolítica que afecte globalmente a la seguridad europea, sobre todo en relación con Rusia. La hacen impensable los estrechos intercambios de todo tipo hoy existentes, algunos tan sensibles como los suministros gasísticos rusos, la nueva ruta de la seda que atravesará Euroasia, las fuertes inversiones europeas en países tan importantes como Kazajistán. Por ello es prioritaria la desaparición de la OTAN, hoy obsoleta, al servicio de los intereses americanos, muy diferentes a los europeos y que condicionan la política europea.

Desaparición acompañada de una defensa europea nucleada en torno al arma atómica francesa, que para una función de disuasión no necesita de gastos desmesurados al nivel europeo (pensemos en la disuasión de la modesta bomba norcoreana). Todo ello con un estrechamiento de las relaciones con Rusia, con eliminación de las sanciones actuales que no corresponden a los intereses europeos y aceptación, no solo de la evidencia y justificación histórica de una Crimea rusa, sino de los legítimos intereses rusos en Ucrania y a lo largo de toda la frontera desde Finlandia hasta el Mar Negro, con puntos focales en el Báltico, Ucrania y el Cáucaso. Una frontera desarmada como las internas europeas atravesada solamente por los intercambios económicos y culturales y los movimientos de gentes será el fruto de negociaciones bajo las premisas expuestas y por las que Rusia no tendrá ya que temer misiles-OTAN en el Cáucaso. Desaparecerán entonces imágenes ya hoy ridículas como el embarque de tanques con destino a Letonia, de evidente inutilidad.