COCAÍNA
El Puerto de Marín ha vivido esta semana otra pesadilla más con la cocaína llegada en un barco procedente de Colombia. Lo del transporte de la cocaína o cualquier otra droga, y su llegada a España, es algo tan habitual como lamentable y, si son pillados los autores de la fechoría, es cuando se conoce la historia y se produce la alarma conscientes los ciudadanos de que la llegada de estas sustancias estupefacientes es más frecuente de lo que parece. Las ganancias de los delincuentes a todos los niveles, proporcionalmente a su implicación, son tan importantes que hacen este tráfico muy atractivo y, a veces, ¡vaya por Dios!, hasta se descubre la participación de agentes de los cuerpos de seguridad que acaban con sus carreras y hacen peligrar, injustamente, la confianza de los ciudadanos en el trabajo del colectivo vigilante. La película es casi siempre la misma aunque, en esta ocasión, la mochila debería ser arrojada al mar para ser recogida por el receptor, lo que resulta una novedad y hace pensar en cuántas mochilas habrán "volado" dentro de la ría sin haber sido detectadas hasta ahora. Por fortuna en esta y otras muchas ocasiones se evitó lo peor. Pero hay quien gusta de ver el problema solo en el Puerto de Marín cuando la droga entra por todas partes, a pesar de los esfuerzos, porque los métodos de los traficantes van por delante de las posibilidades de detección. Menos drama local.
CISMA VECINAL
