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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los amigos

A estas alturas, lo más probable es que, cuando oigan la palabra "AVE", la mayor parte de los gallegos/as sientan hastío. Y bastantes hasta una pizca de indignación por el vaivén de declaraciones gubernativas que pretenden, sino ocultar, al menos maquillar una verdad indiscutible: que desde hace quince años, la mayor parte de las obras de modernización ferroviaria proyectadas en España están rematadas o en trance de hacerlo, menos las gallegas.

Pero eso, que ya sería bastante, no es todo: lo más grave es que las terminadas aquí han padecido retrasos e incidencias a tutiplé; desde las autovías hasta el tren de alta velocidad del Eje Atlántico, que ni siquiera ha llegado a construirse como se había previsto y que mejor servicio daría: hasta la antigua frontera con Portugal. Y se podrían citar otros ejemplos no relacionados con el transporte, pero claves para la modernización de este antiguo Reino.

Lo expuesto, por esta vez, no son opiniones, sino hechos medibles y comprobables. Habrá quien tenga explicación -desde luego las responsabilidades están muy repartidas-, pero nadie podrá negarlos. Y por supuesto no se deben a defectos genéticos, como ya se ha dicho y repetido: más bien habrá que hablar de incapacidad, desidia o pura y simplemente prioridades políticas en cuya relación obviamente Galicia no aparece desde hace demasiado.

Por si alguna duda hubiera de que cuanto se dice es cierto, podría eliminarla la noticia que ayer mismo publicaba este periódico: que las obras del AVE vasco han quedado desbloqueadas mientras las del gallego siguen en el terreno de las incógnitas, en cuanto a plazos y -lo que es mucho peor- sin saber qué tipo de solución se dará a las "dificultades técnicas" que de la noche a la mañana han surgido, según el actual Ministerio de Fomento.

La explicación del "milagro" vasco es relativamente sencilla, por más que impresione el cinismo con que se disimula: se trata de que el Gobierno del señor Rajoy necesita del PNV para aprobar los presupuestos de 2017 y habrá de pagar la tarifa correspondiente, que incluye la "Y" ferroviaria y unas cuantas cosas más que se irán conociendo. Y a eso podría unirse que para intentar algún acuerdo con Cataluña, se incluya en la oferta el corredor mediterráneo de alta velocidad.

De ser así -y es así- la moraleja podría ser alarmante: consistiría en determinar que para conseguir cosas de este gobierno habría en principio que oponerse a él para, después, en la negociación, obtenerlas. O, dicho de otro modo, que ser "amigo" pesa menos que lo otro porque esa amistad, expuesto con toda rotundidad, resta influencia en vez de sumarla.

¿Eh...?

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