No. No es la declinación correcta del verbo pescar. Pero sí la realidad que demuestran los hechos: si yo pesco, lo hago donde tú no has pescado y porque alguien, anteriormente ha logrado un fallido en sus lances.

Los aparejos actuales, las potencias de los motores que permiten paños y paños de red que alcanzan millas e impiden que otros pesquen allí donde esos aparejos han sido calados por arrastreros y superarrastreros, los palangres, las nasas, los trasmallos, las volantas, los miños, etc. conforman un extraño mapa de posibilidades de pescar para casi 900 millones de personas que, en todo el mundo, precisan vivir de los ingresos que solo el mar les puede dar por el ejercicio de la pesca, su procesado, su comercialización y su distribución.

Más de 95 millones de toneladas conforman los datos que baraja la FAO para determinar la producción mundial de captura de peces, crustáceos y otros animales acuáticos. Y la cifra crece año a año hasta el punto de que la base de datos mundial de capturas del órgano de la ONU para la Alimentación y la Agricultura contiene datos de más de 1.600 especies marinas de captura; pero 23 especies principales y géneros representan el 40% del total de capturas marinas. Más de la mitad son pequeños peces pelágicos que presentan fluctuaciones considerables debido a los regímenes ambientales, según la FAO.

Pese a los muchos desguaces de barcos, estadísticas recientes confirman una continuación de la situación general estable de la producción total de capturas a nivel mundial, justificada en buena medida en Europa por la mentira clara y contundente de que los barcos de nueva construcción que, en teoría, sustituyen a dos de los despiezados, disponen de una potencia motora que multiplica por cuatro, o más, la de aquellos. Así no solo no se reduce la capacidad extractiva, sino que se eleva de forma notable.

Si a todo ello sumamos la pesca ilegal en caladeros lejanos, y la mentira permanente (sabida, consentida y auspiciada por decretos y normas que, en el caso de España afectan a embarcaciones dotadas de su correspondiente libro de pesca en el que realizar las anotaciones de todo lo que se captura) que nace en caladeros nacionales a los que se puede acceder -caso del Cantábrico Noroeste- durante tan solo unos días cuando antes dedicabas temporadas de tres o cuatro meses, caeremos en la cuenta de que algo no va bien en la mar, por mucho que nos empeñemos en decir lo contrario.

La sostenibilidad de los recursos no se garantiza con mentiras de países obligados a declarar sus capturas y que, curiosamente, forman parte de las naciones con mayor renta per cápita. Pero tampoco silenciando la evidencia de que se obliga a no dar datos reales de lo capturado porque, de hacerlo, muchos barcos tendrían que amarrar y despedir a sus tripulantes.

La pesca, en lo que atañe a Galicia, forma parte de su identidad cultural tradicional. Algunos segmentos de su flota reconocen mentir para poder seguir viviendo. Sin la pervivencia de la flota, especialmente la de bajura, Galicia perdería gran parte de esa identidad.