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Un crimen de la carretera

El gobernador civil había advertido alto y claro que no iba de farol con la puesta en marcha de aquella campaña y que, en consecuencia, también iba a actuar con contundencia. Enseguida tuvo ocasión de demostrarlo.

La campaña de la prudencia no había hecho más que empezar cuando sobre las tres de la madrugada del viernes 17 de agosto de 1956 acaeció un grave suceso en San Cayetano de Alba.

Por causa desconocida y en un tramo recto, un camión que circulaba en sentido contrario arroyó a una familia de Campañó que regresaba a su casa tras asistir a una fiesta, y siguió su camino sin detenerse. El padre Manuel C.C., de 30 años, marchaba por el bordillo de su derecha junto a una caballería montada por su mujer Isabel P.P. de 27 años, y sus dos hijos Manuel y José, de 7 años y 14 meses, respectivamente.

El accidente costó la vida al niño más pequeño, que salió despedido contra la cuneta, y dejó a la madre herida de gravedad, en tanto que el padre y el otro hijo solo resultaron heridos leves. Sensibilizado por la campaña en marcha, un periódico habló de "un crimen de la carretera" y clamó justicia.

Solo veinticuatro horas después, el conductor del camión, Francisco Lago Blanco, fue detenido en Vigo tras dejar su vehículo para reparar el golpe en una chapistería de As Traviesas. El conductor ingresó en prisión y el gobernador civil le impuso la sanción máxima, que ascendió a 10.000 pesetas.

A partir de entonces, el Gobierno Civil publicó a diario en la prensa con carácter ejemplarizante los nombres de los infractores denunciados en las carreteras provinciales y sus correspondientes sanciones, que firmaba el propio Fernández Martínez.

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